martes, 1 de noviembre de 2016

Parémonos a pensar.

Hoy no es domingo, pero como si lo fuese. Hace mucho que no escribo y empiezo a notar que me escuece. Parémonos a pensar sobre todo en general, que ya cada uno tirará a cada uno de los temas que tenga presentes.

Espero poder disimular (sin mucho esfuerzo) un pequeño resoplo que llevo a cuestas, porque resulta que no quiero escribir sobre ello. Aviso, estas líneas pueden ser un desbordamiento de caos para los inconscientes que pretendan seguirlas, pues creo que ni yo las sigo. Solo escribo, y eso voy a hacer, porque lo necesito.

Han sido días de tratar de nuevo con la magia de la que acostumbro a hablar, de los buenos sentimientos y las tartas de mantequilla. He probado comidas de varios países distintos y aún tengo hambre de ti. He podido leer los recuerdos más maravillosos de verano y los mensajes que nunca ya nadie escribe. Me he cargado de energía de vuestras palabras y a la vez he espabilado a ciegas. Pero de eso se trata no, dando palos de ciego llegamos aquí y así seguimos.

"Un sueño que sueñas solo es sólo un sueño. Un sueño que sueñas con alguien es una realidad."
Puedo, y a la vez no, darme cuenta de la inmensa suerte que tengo. Espero conseguir que cada individuo lector de estos párrafos dedique unos segundos a pensar en sus suertes, que todos las tenemos, más escondidas o menos, pero están. Están cuidándonos de noche y despertándonos con cada madrugar nuestro. Encontradlas como deberes, os lo recomiendo. 

A lo que iba, parémonos a pensar en lo especial que es encontrar persona y canción unidas. Siempre me ha fascinado el poder de unión que crean unas estrofas a alguien. A veces sin querer, a veces a base de repetitividad, es imborrable. Poder ser capaces de imaginarnos el lugar, el momento, el sabor, el tacto, la persona, es un lujo. Entiéndase lujo como suerte, suerte de ser capaces de crear lazos en el tiempo con unos acordes.

Solo el verano es capaz de llevarnos aún más lejos en invierno, y es que ya se acerca. Demasiadas hojas tapando las baldosas y demasiadas horas de frió sin ti. Sabemos que nunca se pueden olvidar esos momentos, y espero que así sea, se los dejamos al tiempo que entiende más de estas cosas que nosotros y la distancia. 

Y luego tú, esa parte indescifrable de los sueños que las personas más increíbles intentan descifrar. Nada. No te cazan, no te adivinan porque ni yo lo hago. Y eso también es parte del sentirnos afortunados. Podemos soñar y, tanto despiertos como dormidos, podemos pensar por unos instantes solos, sin el ajetreo del mundo que intenta desestabilizarnos. Únicamente para nosotros quedan esos pocos días hace tiempo, esas pocas líneas en tu cuerpo y esas pesadillas transcritas a fuego y ya, ceniza.

Por favor, todo lo que dejamos, toda esa electricidad llevada a mi polo opuesto, toda esa descarga por echarte un cable, todas esas alas a ras de suelo, es parte de un sueño de esos que despiertan nuestras ganas de vivir. Gracias por aparecer y gracias por seguir.

Un placer pararme a pensar en alto.
Un placer despertarme soñando.

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