domingo, 25 de diciembre de 2016

La armonía de la piel.

De nuevo estamos en épocas de frío, de recordar cuando escribía y esas cosas. Vamos a quitarnos un poco el polvo, que la niebla empieza a ser opaca y estos días es importante saber hacerse guiar. Perdón por la falta de segundos prometidos, por las pocas noches de flexo y líneas. 

-Mis disculpas antes de un nuevo año-.

"¿Y si desmentimos ese dicho de ojos cerrados no sienten y nos vamos a la oscuridad?"

Son esas grandes formas de complicarnos intentando evitar lo que ya es inevitable. Falta de holgura o tiempo, eso ya no es problema de determinación sino de puntos de vista. Ángulos obtusos jamás coincidentes. Muchos juegos descalzos para pasar frío en vano, muchas horas de sueño ya soñadas hace tiempo. No hay necesidad de vía de escape, de salir de alma vacía en los recuerdos, es hora de buenos sorbos. Chupitos sin medida hasta tener que calmar el habla por salirse de escala. Todas esas ruinas inmortalizadas detrás de nuestra lista de cuartos extasiados. Aquella canción que no acaba en la noche, que sabe cómo despertarte con ganas de vida. Muchas alturas inalcanzables en nuestro continente, los más hondos agujeros a ratos.  Y es que nos ahogamos en buenos momentos siempre recordados, pero está bien.

Es importante saber valorar el segundo en el que se decide dar portazo a todo y quedarte con los que no te llenan de dudas. Poder alcanzar trances invisibles a sus ojos inmortales, fantasías nunca antes fáciles de contar. Esperar el minuto en el que confirmas tu felicidad y, a buenas horas empezar a disfrutar. El día a día como magnitud de estabilidad mental. Ya lejos de los últimos años de calamidad. Y es que hoy me he levantado con energía para saber gritar en la dirección correcta o, al menos, en la menos equivocada. Porque mañana ya serás paz, y mi despertar ha sido de guerra, qué pena no encajar.

Apostemos a la buena cara, la cruz de aguantarnos ya no se considera peso. Aprecia la vida con ganas de más, siempre. Que no haya finales sin gas, ni aventuras descafeinadas, ni vuelos lejanos con fecha de vuelta. Sólo vale el hecho de estar, porque estando lo eres todo, y yo contigo. Mi real fuente de energía, mi soporte de alambre inestable y deformable a tu gusto.

Gran año para poner de plantilla al que comienza. Añadamos algo más. Conciertos, viajes, canciones, luces, noches de ceniza y polvo, cuentos de idiotas.

Necesitaba poder tatuar un poco de esto, podría ser el año, quién sabe. Supervivientes de eternos naufragios, siempre a la deriva y con la eterna llegada a fronteras innombrables. Qué tranquilidad tener menos que contarte, menos que guardarte y envolver algo más fuerte lo necesario para recordarte.

Importante guardar esa armonía bien dentro de nosotros.

Felices momentos. 
Cerramos el año al son de aquellos tambores de guerra que en verano sonaron.


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