lunes, 3 de abril de 2017

Ya no.

Creo que por una vez tenemos que dejarnos de historias. Así, sin música de fondo ni corcheas acordes a nuestros gestos faciales. Se suele llamar ser claros, concisos. Yo, personalmente, lo considero elegancia, saber ser fiel a todo lo que llevas construido y no dejarlo tambalear por tus sinsentidos. 

El tiempo se inventó por algo. Un buen uso puede ser el verlo pasar, paralelo a tu realidad inventada y muy fuera de tu radio de control. Otro, no por ello menos válido, saber crecer a su paso. Se puede vivir de una cuna de cristal, de una ventana opaca o de un sueño vacío. En realidad, de casi todo se puede hacer vida, y es algo que no encajo en mis huecos. 

Esto está escrito a traición. Traiciono a un número incontable de conversaciones nocturnas bajo un frio soportable o al buen calor de un buen oyente, lo hago por salud. Notar que se van las vitaminas del zumo siempre altera, y no se necesita de su tensión.

Los calmantes se sacan de quicio tratando de tranquilizar el estado de nerviosismo encontrado dentro de tus sábanas. Las pocas razones de tu castillo de naipes, la corriente de viento que dejas pasar para correr el riesgo de verlo todo derrumbado. Las ganas de descansar.

Sin tapar las palabras con un beso, ya no. Sin saber muy bien quién escucha mi voz. 

Copa de vino semillena, semivacía la razón. 

"Y de todo pasamos sentados al trasluz de mi copa de vino."