jueves, 31 de diciembre de 2015

Uvas y corbata.

Ya trazamos el nuevo camino con propósitos de buena fe, con expectativas a corto y medio plazo. No nos atragantemos con las uvas, que van primero. Es momento de olvidarse de que nuevos días empiezan y pararse a disfrutar un poco del espumoso. De ponerse las mejores galas y compartirlo con otros. Enfundarse el vestido o traje, y hasta que la noche aguante.

Nada más importante que tener bien claro que no hay prisa por trazar esos pasos. Más vale saber dónde darlos. Con quién ir acompañado.

Vosotros levantad las copas y apretad vuestras sonrisas, así será más sencillo regalar la bienvenida. Nuevo año, nueva vida dicen. Todo puede ser posible, pero sólo se diferencia en un número más. Tenedlo claro, valen la pena los que están.


Un año desde la primera cuenta atrás, cuarenta y nueve palos después sólo puedo sentir orgullo. Un gran año éste. Con sus 52 semanas como otro cualquiera, con sus 365 días dispuestos a hacernos crecer un poco más en todo, pero que tuvo las ganas de enseñarnos a valorar a cada persona que comparte nuestros días y deja la misión al que en pocas horas comienza, de seguir con la tarea. 

Y ya sabéis que soy mucho de manías, de supersticiones un poco peculiares, y de años buenos impares. Mañana par, mala espina. Pero no, porque se puede salvar. Comenzar con uno mismo en el mismo bando. Remar juntos hacia el impar. Conservaré lo que vale, lo que merece. A la cuneta lo que solamente cuelgue. Se queda en este quince. En la última uva.

Personas que prefieren buscar sus malos ratos, sus incompatibilidades hechas buenas formas. Malos sabores de boca por cosas que esperas. Los que te atraviesan mirando. Los que escriben desde la cama en líneas de buenas palabras pero, adiós muy buenas hasta fechas señaladas. Vale. Tengo calma, de nuevo, con un fuerte saludo repito: en la última uva.

Año de compensaciones, de ganar confianzas, de buenos resultados, de buenas metas alcanzadas y de sueños por hacer a largo plazo, pero en este empezados. Cuestión de buenos primeros pasos. 

Un bisiesto que comienza y tú y yo en ca(l)ma.

Feliz dosmildieciseis (sí, así, del tirón). Gracias por leer, gracias por haceros creer.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Detrás del humo.

Se apagan las antorchas del reino. Hacía tiempo ya de eso, pena de tenerlo que pensar bajo su peso. Las cartas que no llegan a París, los acordes de domingo de otoño. Malos días para desear que llegue el jodido invierno. Los tintes depresivos del otoño sin nada para ti. Tratemos nuestros caminos. Piensa por detrás de cada momento. Por favor. Siente algo.

Aclárense por favor. Tantas canciones de autodestrucción, entradas a conciertos gritados desde la esperanza, jugando a ser discretos. Bastante perfectos veo otros escritos, culpa de noches de hace tiempo, de días de ruta lejos de lo siempre eterno. Recuerda. Y triste de mi, que decía que escribir así daña. Más pica el sonido de tambores de saber si se ha elegido la buena desviación. La que pensabas atinar sin mapa, obviando comentarios de los transeúntes y copilotos. Porque tú y tu cara de espabilado tenéis razón siempre. Claro. Valiente impertinente.


Aunque sea clavarse agujas, este curso avanzado de acupuntura llevará a la recuperación. Eso dicen los que saben de temas de edredón. Me estoy volviendo loco. No es verdad lo que escribo o no lo es lo que guardo. El público sabrá. Calentar la taza justo antes de escuchar la primavera más fría, voces desde Burgos. Escribir por guardar coherencia. Quién sabe que pasará. 

Detrás de cortinas de humo me escondo. Entre horas de cine y gente de siempre. Qué bien saber que no debo preocuparme dentro del clan, o par. 

Tarde para tantear verbos asaltados de un toque patéticamente dominguero. Mejor me duermo, esta vez sí, puede que sea lo más cuerdo, y sin embargo, de nuevo, puede que no.

jueves, 10 de diciembre de 2015

Lo obvio.

Estrecha franja entre encontrar lo que buscas y seguir buscando lo ya encontrado. Volverse loco. Terminar respirando hondo. Las cenas a oscuras, ni velas ni rótulos de intención dudosa. Todo saldrá bien. Ponerse ciego sin importar las horas. Sin hacer grandes las dunas. Sin importar tus dudas.

Y a veces parece duro lo que por fuera reblandece. Ya cansa ver tantas definiciones hechas con pentagramas y sujetas con algodones. Por qué llamarlo prohibición cuando sólo está mal visto. Y qué si se ve diferente, si se ve opaco. Brilla por las noches. Cuando apagas las luces marca el camino. No te olvides de mi. Que nunca sea tarde. Confianza en que el futuro nos convierta en arte.


De pronto llueve con fuerza. Nos oculta la niebla y molesta el viento que se inmola a conciencia entre nosotros. Porque ya parece que no esperas. Que me falta el aliento y me pongo nervioso cuando reduzco. Pasemos de cero a cien. Veranos largos. Dormir en parques. Matar gigantes. Antes.

Llamadas a doble coste. Mi pausa y tus rodeos encriptados. Tu arma de doble filo. Cara A de dolor punzante al evitar sangrarme, cara B taparlo con esmalte, para que no duela, creo. Te vas, y no sé quien me coquetea al otro lado del cable. Jodida la corriente cuando se lleva nuestra suerte. 

Puede que escriba para ocultar,  no creo que sea ese verbo con el que debiese empezar este párrafo. Lo sabéis y lo sé. Me apago según se acerca la tormenta torrencial. Pido calma, que no haya tempestad. Demasiado tarde. Se me va una razón. Qué fácil fluye todo cuando se escribe por debajo del cielo. Va a costar llegar. Recemos.

Y no creo que cueste tanto mantener firme y junto a nosotros ese fino hilo invisible del que hablan los buenos escritos. Dos polos atrayéndose y rechazándose con tanta fuerza que asusta que alguien se quiera poner en medio. Nada de saltar a la comba con ese hilo, de tocar notas musicales con pena o sigilo, de atar cometas y esquivar satélites.

Te saltan planes y faltan segundos para esquivar los innecesarios. 
Vuelve.
Más sencillo que el encontrar momento para besarte.
Más sencillo que enredar hasta alcanzar el buen odio. 
Y sin embargo, descuidas lo obvio.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Con la letra i.

De familia que merece la pena. Esa extraña sensación de que estas cosas no deberían pasar a esas personas. Que aun cuando todo parece triste detrás, tienes su sonrisa delante. Sus vocecillas ocupando aire y sus idas de pinza para hacerte reír. El trato con el tiempo que el sabio no consiguió entender. Porque la suerte debería estar de su parte. Mejor, la suerte debería ser su fiel servidora.

Y me dicen que con la letra i, para poner énfasis en su llamada. Para gritar y que el momento las entienda. Que conste en acta que lo suyo es un estilo distinto de magia. Es un estilo fino y a la vez sencillo. O brusco y tierno. Quién sabe. Sólo sabemos que no deberían faltar nunca, al menos, y siendo egoísta, a mi lado. Porque animan incluso cuando toca que sea al revés, porque alegran, y se refleja en sus pupilas de bonitos colores la sinceridad hecha palabra. Que suerte saber de gente que nunca te miente. Que suerte que pueda compartir días con su peligro. No sé que haría.



Que si una te ayuda con tus sueños, se mete en ellos, la otra con sus pequeños vértigos. El sonido del silencio, qué lento fluye cuando quiere el frío. No os rompéis por miedo, le hacéis vivir. Algún día tocaremos la guitarra con buen tiempo. Una lenta, cuestión de ponernos de acuerdo.

Si todo estaba pensado, si con la letra i se os llama mejor, entonces, acudid.
Que siempre os esperamos. Siempre os espera.
Siempre estaremos juntos en la espera.

Benditas superhermanas.

martes, 17 de noviembre de 2015

A favor de corriente.

Y es que sí, soy mucho de manías. Me desbordo. Pero me desbordo sabiendo que sólo yo puedo poner más altos los muros de contención. Y eso, es un regalo. Ya dije en su día que valorásemos todo. Es cuestión de tomar decisiones acertadas, chupitos destilados y giros a favor de corriente. Siguiendo el confeti. Muchos más misterios, menos certezas, que ya decía el micro que duran de forma relativa. Os soy claro, hoy tengo nudo en mis manos y juraría que parte de euforia noqueada en el primer asalto. Es tarde. No nos juzguemos.


Todo encaja si del primer suspiro de la mañana se mira hacia la noche. Que sueñes con norias de septiembre. Con verdes a oscuras. Son fáciles los movimientos de mi rutina. Pero no me da la gana pensar que nada es para siempre. Que se cierre todo. Que no nos queda nada sin palabras, sin mentes cansadas por dar el total de nuestra parte. Podemos tornar malas caras y comentarios a espaldas por silbidos y ritmos de sonidos ausentes. No vamos a perdernos.

Por tocar su mente durante un segundo, muevo el presente de este a oeste, sin brújula que nos oriente.

Pongámonos en números pares. Me vuelvo loco. Gracias. Dúchate caliente, con tiempo, que condense, que salgas en niebla, que desprendas brillo. Escríbeme en el espejo un mensaje. Tierno, obsceno. Tontea con clase conmigo. Mira a ver si hay algo que sabes que ahí estará. Piénsalo. Define el trazo.

Sintoniza y reordena tus lazos. Ilumina las escaleras al frió mundo que aguarda tramando su jodido oscuro plan. Existen los Reyes Magos. Seguid creyéndolo. Os da calor.

Todos los vicios que llegamos a idealizar.

Destroza de raíz los regalos de tu dolor, desnuda tus tratamientos psicóticos, que vuelan fino.

Y ahora sí, grita a salvo, grita con rabia. GRITA, ¡GRITA!

sábado, 14 de noviembre de 2015

Dónde acabará esto.

Basta ya. BASTA YA. Cuando toca de cerca se ve con otros ojos. Tristemente me suelo incluir. Será la absurda comodidad que por gracia nos rodea por estos rincones del mundo. El pellejo de otros que por pura injusticia lo viven a flor de piel. Y no, por favor, que termine ya todo esto. 

No se puede uno acostar con los ruidos de sirenas, de las que no indican nada bueno, y gritos de personas de esta forma. No. Son personas joder, como tú y como yo. PERSONAS. Poco debería importar calificativos autoimpuestos al nacer. Quiénes somos nosotros para que nos impongan algo.

¿Quiénes merecen ser escuchados así?
Nadie, repito, NADIE.



Escribo esto únicamente porque no merecen ningún otro gesto estos horrores que el estar unidos más que nunca. Pero no como naciones. Como mundo. Seres humanos en contra de estas injusticias sin horarios, al azar. Como bloque somos imparables. No tengo ninguna duda. Sólo cuando nos unamos como grupo único a lo largo de ambos hemisferios valoraremos cada segundo de suerte que es la vida. Jamás debe ser arrebatada por el egoísmo mental de una minoría. Porque sí, todo lo que no sea parte de ese grupo único de personas racionales, es minoría. Somos más los que tenemos dos dedos de frente, que preferimos salir sin miedo por el centro de una maravillosa ciudad, ir a un concierto con tus amigos o ver un partido de tu país para disfrutar de ambiente y noche. Para eso nos dieron la vida. Para aprovecharla. Pero sobre todo, y mucho más importante, para vivirla como cada uno elija.

Que no vaya a más por favor. Cierren filas. Acabemos con esto. Con pequeñas aportaciones, somos más. Se ha demostrado lo que situaciones como esta genera en el mundo. Colas enormes de gente con pancartas, llenando calles y avenidas en las ciudades-emblema demográficas. Que escuchen. Todos estamos gritando. Basta ya.

Lejos de las palabras de injusticia. Mi más sincero apoyo. Rezo por París, como he leído por aquí esta noche a todas horas. Rezo por París porque así lo siento, pero también por el resto de puntos del planeta que necesitan más avenidas inundadas por personas a diario. Necesitamos que se corra la voz que ellos también necesitan. Tristemente es la misma situación. Intentemos no olvidarnos de nadie. 

Descansad en paz ya que en vida no os dejaron. 
Sin fronteras somos uno.

Écoutez-nous, sans frontières nous sommes un.

jueves, 5 de noviembre de 2015

Mi caja fuerte.

Os presento mi caja fuerte. Mi saco cosido a mano de las mil cosas que guardo. Pero no os quiero mentir. Lo hago con miedo. No, tampoco es miedo. Es un peligroso autoconvencimiento de ir por el buen camino, de seguir el norte correcto de la brújula, de no perderme por la noche. De saber calentarme al amanecer. Entre buenas manos, entre buenas costumbres de personas que sepan. Entre personas que quieran.



Te guardo en mi caja fuerte. Porque sí. Tengo mis razones, confía. Eres en sí una de las mismas razones. Pero vuelve o la tendremos. Corre. Vuela.

El borrador de estas palabras no era para esto. Era triste. Tenía el titulo. Poco más. Es curioso ver que de la nada cambien las cosas. Que los temas que se clavaban a conciencia como estacas, de un plumazo, de una canción en acústico se pase a una alegría envuelta en la ilusión del que confía en seguir teniendo a alguien grande al lado, un poco lejos. De momento. Repito, corre más rápido. Vuela con ganas.

Y mientras escribo, escucho. Porque me ayuda a calmar las ganas de todo lo que por mis temblares de pierna izquierda sale y no puedo disimular. Me siento con fuerza. Me siento con mucha fuerza según avanzo estas líneas dejando palabras hechas con mis mejores letras. Lo mejor que puedo dejar a estas horas. Me siento tan tan fuerte que ¿sabes? Quiero correr. Quiero volar. Nos encontramos a mitad de camino.

Lo pronto que se cambian los malos por buenos sabores, y qué putada que a veces también sea a la inversa. Para eso tenemos nuestra caja fuerte. Guardad lo esencial. 

Y lo sé, soy un "malqueda". No os he contado todo lo que guardo en la mía. Soy consciente. Disfrutad de la vuestra. Nunca tendréis rincones más seguros para vosotros que vosotros mismos. 

Y a ti, gracias por ocupar parte de mi rincón.

sábado, 31 de octubre de 2015

Somos uno, amigos.

Todo. Todo lo que conlleva rodearse de ellos merece la pena. Merece la pena y merece ser recordado. Tatuado a fuego. Tienen esa jodida habilidad de estar ahí siempre, de poder verles cada tarde, con cuenta gotas o que aparezcan de parada entre viajes al extranjero. Pero están. Estamos.

Estamos. Tan llenos de ganas por no parar de convertir un segundo en algo que llene, en algo que llene las copas que van cayendo entre juegos de palabras continuos, entre conversaciones, a cada cual un poco más estúpida para el resto, para nosotros, nuestras. Palabras de bien. Rimas con dedicación de poetas que se esfuerzan por ello. Por hacerlo fácil, hacerlo tremendo. Lo sencillo que se ríe uno con vosotros. Lo rápido que tuve que apagar las velas. Ya podían haber durado un par de soplidos más.



Lo que de verdad llama la atención es vernos seguir en primera linea de fuego. En las grandes ocasiones. En las pequeñas que conseguimos hacerlas inmensas. Sois inmensos, inmensas. Se me llena la boca de cosas que decir, todas a vuestro favor. Jugáis con ventaja. Y por eso qué mínimo que cuatro frases con vuestra firma a buena tinta. Por las frases que llegan a lo largo del día. Por los que solo puedo disfrutar una quincena al verano. Me sentáis tan bien. 

Locura transitoria. Locura transitoria con vosotros. No os salváis ninguno. Os hablo a todos. Que mientras haya barras de bares, cubatas a medio llenar, viajes en banda, vestuarios plenos, conversaciones desde dentro, días y noches juntos, floto. Porque recordar desde cuando nos llevamos compartiendo sienta bien. Caer y levantarse hacia delante. Desde niños hasta niños detrás de barbas. Dejémonos la voz en antros, que mal, precisamente no se nos da.

Gracias por ser vosotros de quienes escribo.
Delirios de vuestra grandeza.


martes, 27 de octubre de 2015

Por estas fechas.

Ya puede caer el cielo, seguiré tranquilo. Párate a pensar a sabiendas de que sólo tú lo puedes cambiar. Hazme encontrar sentido a los giros.

Todo puede valer más de lo que aparenta, y da igual que no haya detrás un por qué. Y es que por ti, yo voy detrás.

Y qué poco dura el verano para lo largo que se nos hace siempre el mal tiempo. Además aquí, en la cima de las grandes ocasiones de invierno. Que entre amigos y copas en el punto de mira de una chimenea a leña se hace más llevadero. Pero qué poco duran los tragos helados y cuánto las noches en blanco. Saber que debes hablar. No callar. No saber si va a gustar. Por eso escribo, lo leas o no, es parte de nuestras líneas. Así que lee. Te invito a ordenar en tu cabeza estos palos, que estando ciego de fuerza se me hace cuesta arriba.



Qué poco duras, pequeño caos. Y lo largo que se nos hacen las vueltas. Escucha los sonidos que dejan huella. Que puedan poner en jaque a tus piernas. Cómete la vida a dos manos. Cuéntame qué siente tu piel de madrugada, o de resaca, como ahora se llama. Dime que se siente al decidir volar alto, muy alto, tan alto que nos perdiste de vista. Que estacionas en la luna camino a tu estrella perseguida. Calma. Descansa. Que aún me quedan más vidas para alcanzarte. Confío.

Y será que las hojas secas por estas fechas caen con más fuerza. No me lo explico. Suenan al tocar el suelo al compás de sus latidos. Mueven montañas a pares y provocan olas fugaces. Pide un deseo.

Puede que haya pasado tiempo,
pero sigues dentro.

miércoles, 21 de octubre de 2015

Y mientras, espero.

Hoy escribo. Me siento impaciente. Me siento nervioso. Me siento triste y contento a partes iguales. Si os soy sincero no se muy bien qué siento. Cómo escribirlo, o directamente, cómo sentirlo. 

Por los días que pasan fríos me voy enterando de cosas que  no sé si necesito. Que me hacen verte a través del ventanal. A trasluz, o entre las sombras. Del nerviosismo del que espera a alguien que hace años que no ve. Entrelazando sus dedos mientras no llega. Mientras controla su pierna derecha, que tiembla y pelea por huir, todo sea por evitarse el momento del reencuentro. 

Me doy cuenta de la gente que está lejos y debería estar cerca. De la que está cerca, pero lejos. A los primeros, os escribo vía viento. Valéis más que cientos. Y llegad pronto. Hasta entonces brindad por todo, bueno o malo. Sólo, repito, sólo está en vosotros tocar el cielo. Pero cuando lleguéis, no os vayáis. 
Espero que leáis esto.



Que a veces a oscuras es cuando mejor se ve. Nuestra forma de acercarnos a los labios y escucharnos reír antes de tiempo y callar lo que no se debe callar. Después de mirar a nuestro alrededor me pides perdón. Tú fuiste la culpable de este caos en mi estabilidad. De las ruinas en todo lo que antes era cordura. De la multitud de preguntas que me hacen a bocajarro. De las pocas opciones de ganar al tiempo. De soplar tan fuerte y llevar con tu tornado todo lo malo y dejarnos sin ropa. Y ahí, ganas.

No queramos ser algo que no somos. Sí, nos necesitamos, y no te engañes, a partes iguales. Sin darte cuenta sabrás que son mis manos las que te quitan mis males del cuello. Que me quitan su peso, pero que cuando te giras, y miras, vuelo.

Horas de música sin freno, a altas horas de sueños. Porque no son todo noches. Duran poco para dos presos de un solo rincón donde verse. Sin techos que nos cubran de la tormenta, de la niebla de miradas que atravesamos sin rozarnos con la gente. Ni te imaginas los pulmones que gasto en gritarte.

Menos temblores de pulso al tocarnos.
Hay acordes entre lineas. Guitarras y teclas que me hacen sentirme el mismo.

Y, así, quizás ya sepa como me siento.

lunes, 12 de octubre de 2015

A las tantas.

A las tantas se juntan las horas de verdad. Las que se esconden durante el día para hacernos volver a casa entre lagunas y buenas historias que contar con el grupo. Las que te traban las ganas de hablar. Las que te despiertan y a la vez te hacen soñar. 

Caer para levantarse, que ya sabes lo que sabes, y todo eso, que te haga ver lo que vales. Que por nuestras venas corre la mis sangre. Entérate. Recuerdo eterno por lo vivido, por lo que sale de nosotros cada domingo. Sin explicación, sabemos colocarnos por automotivación. Somos capaces de más, pero lento, que despacio tenemos más tiempo.



Todas las veces que te des de morros. Que bailes con alguien equivocado. Que la gravedad haga caer los recuerdos mientras descansas. Todas esas balas que entre risas valen más de dos veces lo que las que dentro se quedan. Las buenas conexiones entre tu lluvia y mi intento de alegría. Vivamos el día a día, que se nos da bien. Las llamas que las noches de veranos pasados ya no alumbren. 
Ni aunque quieras. Ni aunque quiera.

Estando tan cerca propongo dejarlo así. No alejemos las distancias. Trabajemos en línea recta, para evitar curvas, para salvar cunetas. Nada suena difícil si se piensa en no ver el fin. No pasa nada. Tus principios estables e inmóviles. Los míos comienzan cuando mires. 

Estemos para el otro. 
Que pocas cosas importan más que encontrarse, que tenernos como suerte. 
Alto y claro, a las tantas nos encontramos por fin. 

jueves, 1 de octubre de 2015

Dejémoslo de lado.

Vamos dentro. Dejemos de lado los gritos del viento. Los nervios y las caras largas. Las razones de antes y las excusas de luego. Las ayudas piadosas de bandera blanca en mano. Los planes sin sentido. Vamos dentro, hagámoslo lento. 

Esto funciona como un concierto. Cuando las luces se apagan, la música suena. Que el mundo grita y tú en tu jodida cabeza intentas parar el tiempo. Poner en pausa los acordes de instrumento empolvado. Descuidar al universo un par de minutos. Que te los mereces. Que no olvidas. Dejemos de lado los pogos, los aplausos obligados.



Que no es fácil, ¡claro que no es fácil! Que no todo vale. La cuenta atrás para vernos cuesta. Pero tiemblas, de verdad, espero que tiembles mucho. Tanto como te sueño cuando duermo a la intemperie en verano. En cualquier pueblo, en cualquier sombra, rodeado de gente que brinda conmigo. Dejemos de lado los tambores de estaciones con frío acompañado. Cámbialas por escapadas a tus rincones de los sábados.

Inspirarse en canciones. Fumarse algo a tu salud. Ironías con encanto. 
Dejemos de lado el controlar nuestras tramas de tanto en tanto. 
Nada importa lejos de tu ojos, capaces de calentar el invierno.
Brillo dorado en la piel. 

Dejémoslo de lado.
Dejémoslo todo de lado. 
Todo menos a ellos. Todo menos tu cuerpo. Todo menos nuestro tiempo.

lunes, 28 de septiembre de 2015

Quizás sea eso.

Ellos seguían hablando mientras el viento se enfrentaba a sus cuerpos. Las heridas que con el tiempo curan. Con el tiempo que te comparten. Porque de lo que sí se gana es de claridad. De ver la gente que se rasga la camiseta para ponértela de torniquete. Que admiten que no saben lo que dolió, duele o dolerá, pero que se esforzaron, esfuerzan y esforzarán para que tú lo olvides. Para sacarte las balas, para curarte las puñaladas o para limpiarte el alma. Porque quizás sea eso.

Rápido pasa el tiempo, y pasa tan veloz porque ir con los ojos vendados es lo que tiene. Que dependes ciegamente de la mano que agarras. El único apoyo terrenal. Y de eso ha pasado el año. De tu mano y de la de ellos. De un esfuerzo, de un "Confía...", y de muchos "A menos diez donde siempre!". Es momento de escribir y que ninguno probablemente lea. Pero gracias.



Que ninguno cercano lo sufra, porque es más de lo que se aguanta con los hombros. Es dolor en sueños, y sueñas. Sueñas, aún, con el tiempo. Y a veces sana. Hoy, lunes, escribo por no tener que escribir esto. Por las amargas buenas noches. 

Porque por estos días recuerdes lo que somos. Antes de lo que siento.

martes, 22 de septiembre de 2015

Carta para recordar.

Hoy escribo lento para todos los que necesiten más tiempo para recordar. Pero que lo acaben haciendo. Que recuerden. Por favor.

Escribo con una punzada en el pecho. Con dolor de rabia y dejando en mi habitación gotas de tristeza por todos ellos. Por ti en particular. Por tus no recuerdos.

Hablo de noches de preguntas, de amaneceres con la duda.De papeles por doquier. De cosas que te dieron los mejores recuerdos de tu maravillosa vida. De tus bromas. De sus risas. 

No pensemos en ello.

De la segura elegancia que desprendíais de jóvenes. De todas las maravillosas personas que no pueden saber que no saben. Que hace tres días sonreía al vernos, que ayer pedía ayuda. Ya es tarde para verlo. Pronto para frenar. Para seguir con ellos. Para recordar tus aventuras por los pueblos. Por las fotografías en las que os veíais tan bien.



Dicen que ayer fue vuestro día. Contra ello. Se quedan muy muy cortos. Pasan años, y cada día es más vuestro. Os merecéis poder saberlo. Mientras tanto, quedémonos con la idea de que esos recuerdos nunca salen de ellos. Pensemos que no los recuerdan porque los guardan muy dentro. Porque esos recuerdos, son los más valiosos y no quieren compartirlos para que el mundo no les contamine. Esos recuerdos de consejos, de rostros familiares, de tu equipo de corazón, de tu corazón, de tu pasión. De las alegrías que te da tu nieto dedicándote la suya. 

La esperanza de siempre pensar en que cuando se levanten recuerden para ellos. Que por dentro vuelvan al parque y al campo en el cual corrieron, que tiren piedras y jueguen con ranas en el lago.
Que bailen junto a sus seres más queridos. Que recuerden lo que se quieren a ellos mismos.

Pongo en estos renglones un pedazo de lo que os siento. 
Ojalá esto no tenga sentido en un tiempo.

sábado, 12 de septiembre de 2015

Saber que nunca nos mentimos.

Curioso título para estas ganas de escribir. Se siente uno raro cuando sueña lo que se debería estar viviendo. Cuando se vive lo que tantas veces se ha vivido antes. Cuando el día te hace pensar más que la noche. 

Menos mal que existen esas personas que funcionan como placebos, como pastillas de colores que te hacen girar el mundo con tus propias manos. Que seducen con las palabras y te que te hacen beber hasta llegar a Plutón. Que te enganchan jugando y repatean tus problemas con bailes epilépticos. 

Menos mal que nunca nos mentimos, dicen los habitantes de nuestros mundos. Menos mal que la niebla no deja ver lo que hay detrás de tus muros. La forma en la que los silencios son las mayores mentiras. Las formas de consolarse por dentro alegando que no son engaños. Un gran espectáculo de colores apagados y sórdidos aplausos autoconsoladores. Por el fuego que arde escucho pequeños pedazos de noches pasando a cenizas, y se me clavan de lleno encima de lo que encierro.


Porque no hay nada que decir sin oídos al otro lado. Sin ganas de continuar las cuatro frases de rigor inestable. Sin las duchas de palabras cuando te acuestas de mal lado y te levantas tirada de orgullo, o ganas de complicar la realidad, o un no saber estar, o valorar, o no sé.

Pero ya estamos en otoño. Brindemos por ese momento en el que se grita a pleno pulmón que el puzzle ha encajado, que los trozos de nuestro espejo nos reflejan de nuevo. ¡Qué bonito ese recuerdo!
Te invito a compartir nuestra compañía. Dejarnos de soledad. Acercarme a ti y escuchar susurros guardados. Susurros que recuerden lo que tienes. Lo buena que es tu espalda como lienzo de mis miradas. La de líneas que recordará tu cuerpo. La de punzadas que compartirá el mío. Nos quedaremos a vivir en lo más alto de nuestro amor bien hecho, desde donde veremos las puestas de sol. Los guiños que nos da la luna. 

martes, 1 de septiembre de 2015

NTRN.

Pero qué fácil es conocerse en silencio. 
Lejos de todo grito cotidiano. 
Lejos de complicaciones de esas que a nosotros no nos van. 

La breve historia de como se incrustó en mi vida. La intensa magia con la que se emborracha por las noches y sobrevive de día. Las idas de cabeza entre camisetas perfumadas. Las buenas noches de largas distancias. Los papeles cerrados escritos con la ilusión del que los abre. 



Las islas sólo son distancias cuando se olvida lo que te espera en tierra. Los abrazos sabrán a vida cuando te los regalen de cerca. Tengo entre mis manos el poder de una promesa. El tiempo reparte lo que la gente necesita. 
Las no tartas de bienvenida.

Qué bien sabe cruzarse con gente que anima a volar.

lunes, 24 de agosto de 2015

De cuatro estaciones.

Solos imaginamos cuentos de princesas y dragones. Historias de nunca jamás aplaudidas por relatos breves de verano. Relatos que no saben lo preciosa que eres cuando lloras, lo que aceleras mi corazón cuando sonríes o quizás lo que tu sinceridad despierta en mis alas.



Las historias despiertos, esas de desnudarnos juntos y despertarnos vestidos de recuerdos.
Las de hacernos grandes haciendo nuestro amor.
Amor de cuatro estaciones.
Amor, nuestros cuentos vividos.

domingo, 26 de julio de 2015

Tic-tac.

Y se para el tiempo.
Se paran las manecillas del verano.
Todo estaba tan calmado.

Van llegando los días en los que vives entre maletas. En los que piensas por un lado las horas que no vas a dormir, mientras que por otro lado te iluminas con las horas que vas a soñar. Llegan esos días en los que nada te para. Que las resacas te llevan en volandas y la fresca te inyecta vida a base de bien.

Se te pasan tantas cosas por la cabeza que cuesta no dejarlas escapar. Contrarreloj para reencuentros. Primeros soplos olor a trigo. Segundos soplos de amaneceres. Necesidad de despertar con Andrés Suárez cantándonos Imagínanos al oido. De encontrarnos entre sombras y claros musicales. 


Llegan esos días en los que desaparece el resto del mundo. En los que nos encontramos nosotros. Esos días en los que solo vivirías de noche. Esas noches en las que buscas una luz cuando todo se tiñe de negro. Esa fuerza con la que estos meses nos tienen ganados.

Adicciones más fuertes que cualquier droga en forma de acordes acústicos frente al mar. Hacerlo despacio viendo atardecer entre olas y calma. Hacer tanto el ridículo que el mundo te quiera más por ser aún más especial. Contarle a las gaviotas como se echan de menos tus curvas.

Demos la bienvenida a las caras de sueño. Tengamos la suerte de disfrutarnos. 
Aprovechemos el tiempo.


lunes, 29 de junio de 2015

Felices 24 horas.

Puede ser que sea pronto, tarde o yo que sé. Quizás el tiempo de añadido nos dé un margen de ventaja para celebrar días como hoy dentro de unos cuantos treintas más. Que se juntan horas en las que te tienes que sentir feliz. Que te deben hacer sentir de la nobleza. De tu clase de nobleza, la que te gusta. La que cambia coronas de oro por coronas de flores para sentirse como una ninfa aprovechando el buen tiempo. La que baila más que ninguna y te arrastra hacia su reino. La que te lleva a pensar tantas cosas en tan poco tiempo que sufres por el ritmo de tus pulsaciones. 

Me gustaría encontrar correspondencia real. Que tus pajes te lleven mis pergaminos. Que tú escribas en tu cuaderno de cosas que jamás me dirías. Ése del invierno, sácalo en verano.  Ése, el pequeño, como tú. Como tu risa dibujada cuando desaparecen tus ojos. Porque las ninfas, musas o como diablos queráis llamarlas no huyen. Sobreviven bien. Y digo sobreviven porque se colocan sobre la vida y ellas la encauzan hacia donde desean. Tienen el poder. Tienen el jodido control.

Estos dos párrafos y poco son para su cuaderno. Para alimentar su pájaro de nombre aún no descubierto. Para sus universos en la piel.

domingo, 21 de junio de 2015

Compartiendo mundo.

Y ya veis, como dice la canción que gritaron en la sala aquellas voces y guitarras con olor a mar, "no existe dolor compartiendo mundo". Qué razón. Parece imposible cómo el dividir penas, doblar alegrías y saborear juntos la vida te puede llevar al todo. Que ya se pueden caer mil mundos, que el nuestro aguanta. Que ni con la mayor ola vista en Galicia se ahogan mis sueños si los cubren tus esperanzas. Este es un párrafo breve, lo mejor me lo guardo. Esto lo escribo para dejarlo por escrito, que si el futuro nos cambia, que sea de lado de la cama. Que de eso quede constancia.



Que como me pediste de la mano,
nunca pienso olvidarte.

lunes, 15 de junio de 2015

Siesta de verano.

Hoy ha sido el día. 
El día en el que se mira un calendario y se pone uno a organizar su verano. 
Se van fijando días pensando en cómo serán sus noches. Viendo esas noches como la alternativa a tu rutina, a tu vida en el mundo real. Buscamos esos días con magia con la esperanza de encontrarla en el fondo del sombrero de copa de agosto. Esas fechas reservadas desde hace un año. 

Me dieron la oportunidad de no encontrarte, de no cumplir. No sé si por hacerme un favor o por dispararme a bocajarro. Se quisieron reír de mi. De mis siestas. Del significado de abrigarme de madrugada. La verdad, no sé siquiera si estarás. Quién sabe si la cafeína pudo contigo, invencible. Si podremos reírnos de lo que solo se ríen los que conocen las ganas. De si seguirás escribiendo. Hablaremos de todo. Veremos las fugaces desde el parque. Columpiémonos hasta volver a conocernos. Te guardo en fotos, en acordes, en bailes. 

Pero mi subconsciente trata por mí. 
Ya se encargó él de intentar hacernos coincidir. 
Descuida, tranquila. Son solo palabras.


Qué ganas de vientos cálidos. De disfrutar la sombra que nos trae el bebernos los chupitos a pares.
Deseo suerte para estos días, revivirnos en un tiempo.

Pongo esta carta debajo de la almohada. 
Esperando despertar borracho de una siesta de verano.

jueves, 4 de junio de 2015

A veces.

A veces todos ganamos. 
Y eso, a veces. A veces.

Las orillas, los precipicios de quien no sabe nadar. De quien no se atreve a mojarse. Si que es verdad que podría haber llovido menos, secado antes, enfriado lento, pero mejor no. Mejor así. Mejor compara la lluvia con el aspersor del parque que os vio juntaros. Que os cambió de color de noche en verano, primavera o las estaciones que se os pongan por delante. Que quedan. Aprende a brindar. Brinda por encima de tus posibilidades, pero sobre todo, brinda por encima de las posibilidades del resto. Que rechinen sus dientes mientras bailan tus risas. Que esas orillas sean el comienzo de un mar de ganas. Las olas te empujan, no te placan. Si se empeñan en darte de cara, juega. Juega como jugabas en el parque. Como jugáis ahora en la cama. O en cualquier sitio.



Es tan jodidamente fácil entrar en ese bucle de pensamientos en los que vives de continuo en agosto. Droga mala, pero de la buena. Un rato al sol, otro a la sombra. Un rato en tus labios, otro, te toca. Qué bueno eso de sellar tratos de madrugada, que se olvidan de día y se recuerdan de resaca. Los escondites de fugitivos, las charlas a pachas. Conocernos y esquivarnos las ganas. Recordarnos, será por ganas.

Y eso, todo ganas. Todo se queda en ganas. 
A veces, tú sola me ganas.


jueves, 28 de mayo de 2015

Medidas por ti.

Cuento cada noche entre tus ganas. 
Alcanzamos la luna dando pasos de gigante con tu locura como impulso. Eres capaz de llenarme tanto a base de palabras que cuando muerdes me gusta y todo. Salgo despedido en forma de estrella fugaz, de las que nunca se ven, pero cada noche están. Hace poco me di cuenta de mi sueño. Del sueño que me quitas cuando compartimos cama. Cuando hacemos del amor un sueño y del sueño el amor. Cuando me haces sentir indestructible. Midamos cada caricia en la misma escala desde que nos conocimos. No pongamos límites, nos sentimos infinitos. Todos los miedos se quedan atrás, tengo la carrera ganada desde que tengo tu sonrisa de ventaja. Cuéntame cómo dicen tus lunares que me sienten. Que se lo digan a tu cuerpo en forma de cosquillas, donde yo nunca te las encuentro. 
Porque en tus ojos, créeme que me pierdo.

Hablemos de medidas.
Hablemos de encajarnos.

lunes, 25 de mayo de 2015

Pequeño pedazo de nosotros.

Podría escribir la más tierna historia jamás soñada.
La mejor de las vividas por mi piel.
Podría quedarme a vivir en tu cuerpo.
Para arroparnos de ese frío que me animaba a ti.
Para tenernos cerca cuando estemos lejos de casa. 

Prefiero llamar hogar a ese metro cuadrado pegado a ti.

Podría dejar un par de frases bonitas en una servilleta, haciendo referencia a eso que dicen de  que con nada se puede llenar un mundo.
Se puede construir un universo con noches blancas, deseos al cielo y rutas sin miedo.
Es tan jodidamente sencillo saber que no hay lugar en el que no deseo hacerte el amor lento.

Somos un poquito más de norte, más de naturaleza, montaña, cascada y cueva.
Un poco más de hablar de futuros en los que nos veamos al despertar.
Sabiendo, que una vez que se cumpla eso, todo estará bien. Todo estará bien.

También me quedo con guitarras haciendo sonar una noche en acústico. 
Voces desgarradas arropadas por cervezas vacías y calor de buena gente.

Me pedías cuatro líneas poco dedicadas. Solamente tengo esto. 
Puede parecer un pellizco de ganas, un sorteo de rabia porque tuvo que terminar. 
Esto te pertenece.

Podría quedarme con tantos trozos de esta huida, pero,
únicamente quiero huir en ti.