sábado, 31 de octubre de 2015

Somos uno, amigos.

Todo. Todo lo que conlleva rodearse de ellos merece la pena. Merece la pena y merece ser recordado. Tatuado a fuego. Tienen esa jodida habilidad de estar ahí siempre, de poder verles cada tarde, con cuenta gotas o que aparezcan de parada entre viajes al extranjero. Pero están. Estamos.

Estamos. Tan llenos de ganas por no parar de convertir un segundo en algo que llene, en algo que llene las copas que van cayendo entre juegos de palabras continuos, entre conversaciones, a cada cual un poco más estúpida para el resto, para nosotros, nuestras. Palabras de bien. Rimas con dedicación de poetas que se esfuerzan por ello. Por hacerlo fácil, hacerlo tremendo. Lo sencillo que se ríe uno con vosotros. Lo rápido que tuve que apagar las velas. Ya podían haber durado un par de soplidos más.



Lo que de verdad llama la atención es vernos seguir en primera linea de fuego. En las grandes ocasiones. En las pequeñas que conseguimos hacerlas inmensas. Sois inmensos, inmensas. Se me llena la boca de cosas que decir, todas a vuestro favor. Jugáis con ventaja. Y por eso qué mínimo que cuatro frases con vuestra firma a buena tinta. Por las frases que llegan a lo largo del día. Por los que solo puedo disfrutar una quincena al verano. Me sentáis tan bien. 

Locura transitoria. Locura transitoria con vosotros. No os salváis ninguno. Os hablo a todos. Que mientras haya barras de bares, cubatas a medio llenar, viajes en banda, vestuarios plenos, conversaciones desde dentro, días y noches juntos, floto. Porque recordar desde cuando nos llevamos compartiendo sienta bien. Caer y levantarse hacia delante. Desde niños hasta niños detrás de barbas. Dejémonos la voz en antros, que mal, precisamente no se nos da.

Gracias por ser vosotros de quienes escribo.
Delirios de vuestra grandeza.


martes, 27 de octubre de 2015

Por estas fechas.

Ya puede caer el cielo, seguiré tranquilo. Párate a pensar a sabiendas de que sólo tú lo puedes cambiar. Hazme encontrar sentido a los giros.

Todo puede valer más de lo que aparenta, y da igual que no haya detrás un por qué. Y es que por ti, yo voy detrás.

Y qué poco dura el verano para lo largo que se nos hace siempre el mal tiempo. Además aquí, en la cima de las grandes ocasiones de invierno. Que entre amigos y copas en el punto de mira de una chimenea a leña se hace más llevadero. Pero qué poco duran los tragos helados y cuánto las noches en blanco. Saber que debes hablar. No callar. No saber si va a gustar. Por eso escribo, lo leas o no, es parte de nuestras líneas. Así que lee. Te invito a ordenar en tu cabeza estos palos, que estando ciego de fuerza se me hace cuesta arriba.



Qué poco duras, pequeño caos. Y lo largo que se nos hacen las vueltas. Escucha los sonidos que dejan huella. Que puedan poner en jaque a tus piernas. Cómete la vida a dos manos. Cuéntame qué siente tu piel de madrugada, o de resaca, como ahora se llama. Dime que se siente al decidir volar alto, muy alto, tan alto que nos perdiste de vista. Que estacionas en la luna camino a tu estrella perseguida. Calma. Descansa. Que aún me quedan más vidas para alcanzarte. Confío.

Y será que las hojas secas por estas fechas caen con más fuerza. No me lo explico. Suenan al tocar el suelo al compás de sus latidos. Mueven montañas a pares y provocan olas fugaces. Pide un deseo.

Puede que haya pasado tiempo,
pero sigues dentro.

miércoles, 21 de octubre de 2015

Y mientras, espero.

Hoy escribo. Me siento impaciente. Me siento nervioso. Me siento triste y contento a partes iguales. Si os soy sincero no se muy bien qué siento. Cómo escribirlo, o directamente, cómo sentirlo. 

Por los días que pasan fríos me voy enterando de cosas que  no sé si necesito. Que me hacen verte a través del ventanal. A trasluz, o entre las sombras. Del nerviosismo del que espera a alguien que hace años que no ve. Entrelazando sus dedos mientras no llega. Mientras controla su pierna derecha, que tiembla y pelea por huir, todo sea por evitarse el momento del reencuentro. 

Me doy cuenta de la gente que está lejos y debería estar cerca. De la que está cerca, pero lejos. A los primeros, os escribo vía viento. Valéis más que cientos. Y llegad pronto. Hasta entonces brindad por todo, bueno o malo. Sólo, repito, sólo está en vosotros tocar el cielo. Pero cuando lleguéis, no os vayáis. 
Espero que leáis esto.



Que a veces a oscuras es cuando mejor se ve. Nuestra forma de acercarnos a los labios y escucharnos reír antes de tiempo y callar lo que no se debe callar. Después de mirar a nuestro alrededor me pides perdón. Tú fuiste la culpable de este caos en mi estabilidad. De las ruinas en todo lo que antes era cordura. De la multitud de preguntas que me hacen a bocajarro. De las pocas opciones de ganar al tiempo. De soplar tan fuerte y llevar con tu tornado todo lo malo y dejarnos sin ropa. Y ahí, ganas.

No queramos ser algo que no somos. Sí, nos necesitamos, y no te engañes, a partes iguales. Sin darte cuenta sabrás que son mis manos las que te quitan mis males del cuello. Que me quitan su peso, pero que cuando te giras, y miras, vuelo.

Horas de música sin freno, a altas horas de sueños. Porque no son todo noches. Duran poco para dos presos de un solo rincón donde verse. Sin techos que nos cubran de la tormenta, de la niebla de miradas que atravesamos sin rozarnos con la gente. Ni te imaginas los pulmones que gasto en gritarte.

Menos temblores de pulso al tocarnos.
Hay acordes entre lineas. Guitarras y teclas que me hacen sentirme el mismo.

Y, así, quizás ya sepa como me siento.

lunes, 12 de octubre de 2015

A las tantas.

A las tantas se juntan las horas de verdad. Las que se esconden durante el día para hacernos volver a casa entre lagunas y buenas historias que contar con el grupo. Las que te traban las ganas de hablar. Las que te despiertan y a la vez te hacen soñar. 

Caer para levantarse, que ya sabes lo que sabes, y todo eso, que te haga ver lo que vales. Que por nuestras venas corre la mis sangre. Entérate. Recuerdo eterno por lo vivido, por lo que sale de nosotros cada domingo. Sin explicación, sabemos colocarnos por automotivación. Somos capaces de más, pero lento, que despacio tenemos más tiempo.



Todas las veces que te des de morros. Que bailes con alguien equivocado. Que la gravedad haga caer los recuerdos mientras descansas. Todas esas balas que entre risas valen más de dos veces lo que las que dentro se quedan. Las buenas conexiones entre tu lluvia y mi intento de alegría. Vivamos el día a día, que se nos da bien. Las llamas que las noches de veranos pasados ya no alumbren. 
Ni aunque quieras. Ni aunque quiera.

Estando tan cerca propongo dejarlo así. No alejemos las distancias. Trabajemos en línea recta, para evitar curvas, para salvar cunetas. Nada suena difícil si se piensa en no ver el fin. No pasa nada. Tus principios estables e inmóviles. Los míos comienzan cuando mires. 

Estemos para el otro. 
Que pocas cosas importan más que encontrarse, que tenernos como suerte. 
Alto y claro, a las tantas nos encontramos por fin. 

jueves, 1 de octubre de 2015

Dejémoslo de lado.

Vamos dentro. Dejemos de lado los gritos del viento. Los nervios y las caras largas. Las razones de antes y las excusas de luego. Las ayudas piadosas de bandera blanca en mano. Los planes sin sentido. Vamos dentro, hagámoslo lento. 

Esto funciona como un concierto. Cuando las luces se apagan, la música suena. Que el mundo grita y tú en tu jodida cabeza intentas parar el tiempo. Poner en pausa los acordes de instrumento empolvado. Descuidar al universo un par de minutos. Que te los mereces. Que no olvidas. Dejemos de lado los pogos, los aplausos obligados.



Que no es fácil, ¡claro que no es fácil! Que no todo vale. La cuenta atrás para vernos cuesta. Pero tiemblas, de verdad, espero que tiembles mucho. Tanto como te sueño cuando duermo a la intemperie en verano. En cualquier pueblo, en cualquier sombra, rodeado de gente que brinda conmigo. Dejemos de lado los tambores de estaciones con frío acompañado. Cámbialas por escapadas a tus rincones de los sábados.

Inspirarse en canciones. Fumarse algo a tu salud. Ironías con encanto. 
Dejemos de lado el controlar nuestras tramas de tanto en tanto. 
Nada importa lejos de tu ojos, capaces de calentar el invierno.
Brillo dorado en la piel. 

Dejémoslo de lado.
Dejémoslo todo de lado. 
Todo menos a ellos. Todo menos tu cuerpo. Todo menos nuestro tiempo.