domingo, 25 de diciembre de 2016

La armonía de la piel.

De nuevo estamos en épocas de frío, de recordar cuando escribía y esas cosas. Vamos a quitarnos un poco el polvo, que la niebla empieza a ser opaca y estos días es importante saber hacerse guiar. Perdón por la falta de segundos prometidos, por las pocas noches de flexo y líneas. 

-Mis disculpas antes de un nuevo año-.

"¿Y si desmentimos ese dicho de ojos cerrados no sienten y nos vamos a la oscuridad?"

Son esas grandes formas de complicarnos intentando evitar lo que ya es inevitable. Falta de holgura o tiempo, eso ya no es problema de determinación sino de puntos de vista. Ángulos obtusos jamás coincidentes. Muchos juegos descalzos para pasar frío en vano, muchas horas de sueño ya soñadas hace tiempo. No hay necesidad de vía de escape, de salir de alma vacía en los recuerdos, es hora de buenos sorbos. Chupitos sin medida hasta tener que calmar el habla por salirse de escala. Todas esas ruinas inmortalizadas detrás de nuestra lista de cuartos extasiados. Aquella canción que no acaba en la noche, que sabe cómo despertarte con ganas de vida. Muchas alturas inalcanzables en nuestro continente, los más hondos agujeros a ratos.  Y es que nos ahogamos en buenos momentos siempre recordados, pero está bien.

Es importante saber valorar el segundo en el que se decide dar portazo a todo y quedarte con los que no te llenan de dudas. Poder alcanzar trances invisibles a sus ojos inmortales, fantasías nunca antes fáciles de contar. Esperar el minuto en el que confirmas tu felicidad y, a buenas horas empezar a disfrutar. El día a día como magnitud de estabilidad mental. Ya lejos de los últimos años de calamidad. Y es que hoy me he levantado con energía para saber gritar en la dirección correcta o, al menos, en la menos equivocada. Porque mañana ya serás paz, y mi despertar ha sido de guerra, qué pena no encajar.

Apostemos a la buena cara, la cruz de aguantarnos ya no se considera peso. Aprecia la vida con ganas de más, siempre. Que no haya finales sin gas, ni aventuras descafeinadas, ni vuelos lejanos con fecha de vuelta. Sólo vale el hecho de estar, porque estando lo eres todo, y yo contigo. Mi real fuente de energía, mi soporte de alambre inestable y deformable a tu gusto.

Gran año para poner de plantilla al que comienza. Añadamos algo más. Conciertos, viajes, canciones, luces, noches de ceniza y polvo, cuentos de idiotas.

Necesitaba poder tatuar un poco de esto, podría ser el año, quién sabe. Supervivientes de eternos naufragios, siempre a la deriva y con la eterna llegada a fronteras innombrables. Qué tranquilidad tener menos que contarte, menos que guardarte y envolver algo más fuerte lo necesario para recordarte.

Importante guardar esa armonía bien dentro de nosotros.

Felices momentos. 
Cerramos el año al son de aquellos tambores de guerra que en verano sonaron.


martes, 1 de noviembre de 2016

Parémonos a pensar.

Hoy no es domingo, pero como si lo fuese. Hace mucho que no escribo y empiezo a notar que me escuece. Parémonos a pensar sobre todo en general, que ya cada uno tirará a cada uno de los temas que tenga presentes.

Espero poder disimular (sin mucho esfuerzo) un pequeño resoplo que llevo a cuestas, porque resulta que no quiero escribir sobre ello. Aviso, estas líneas pueden ser un desbordamiento de caos para los inconscientes que pretendan seguirlas, pues creo que ni yo las sigo. Solo escribo, y eso voy a hacer, porque lo necesito.

Han sido días de tratar de nuevo con la magia de la que acostumbro a hablar, de los buenos sentimientos y las tartas de mantequilla. He probado comidas de varios países distintos y aún tengo hambre de ti. He podido leer los recuerdos más maravillosos de verano y los mensajes que nunca ya nadie escribe. Me he cargado de energía de vuestras palabras y a la vez he espabilado a ciegas. Pero de eso se trata no, dando palos de ciego llegamos aquí y así seguimos.

"Un sueño que sueñas solo es sólo un sueño. Un sueño que sueñas con alguien es una realidad."
Puedo, y a la vez no, darme cuenta de la inmensa suerte que tengo. Espero conseguir que cada individuo lector de estos párrafos dedique unos segundos a pensar en sus suertes, que todos las tenemos, más escondidas o menos, pero están. Están cuidándonos de noche y despertándonos con cada madrugar nuestro. Encontradlas como deberes, os lo recomiendo. 

A lo que iba, parémonos a pensar en lo especial que es encontrar persona y canción unidas. Siempre me ha fascinado el poder de unión que crean unas estrofas a alguien. A veces sin querer, a veces a base de repetitividad, es imborrable. Poder ser capaces de imaginarnos el lugar, el momento, el sabor, el tacto, la persona, es un lujo. Entiéndase lujo como suerte, suerte de ser capaces de crear lazos en el tiempo con unos acordes.

Solo el verano es capaz de llevarnos aún más lejos en invierno, y es que ya se acerca. Demasiadas hojas tapando las baldosas y demasiadas horas de frió sin ti. Sabemos que nunca se pueden olvidar esos momentos, y espero que así sea, se los dejamos al tiempo que entiende más de estas cosas que nosotros y la distancia. 

Y luego tú, esa parte indescifrable de los sueños que las personas más increíbles intentan descifrar. Nada. No te cazan, no te adivinan porque ni yo lo hago. Y eso también es parte del sentirnos afortunados. Podemos soñar y, tanto despiertos como dormidos, podemos pensar por unos instantes solos, sin el ajetreo del mundo que intenta desestabilizarnos. Únicamente para nosotros quedan esos pocos días hace tiempo, esas pocas líneas en tu cuerpo y esas pesadillas transcritas a fuego y ya, ceniza.

Por favor, todo lo que dejamos, toda esa electricidad llevada a mi polo opuesto, toda esa descarga por echarte un cable, todas esas alas a ras de suelo, es parte de un sueño de esos que despiertan nuestras ganas de vivir. Gracias por aparecer y gracias por seguir.

Un placer pararme a pensar en alto.
Un placer despertarme soñando.

domingo, 9 de octubre de 2016

Carnaval de Venecia.

¿Por qué ese afán por no ser nosotros mismos?
¿Por qué esas ganas de intentar ser algo distinto?
¿Por qué ni siquiera lo reconocemos?
¿Por qué ocultarnos si sabemos que en el fondo retrocedemos?

Es domingo y este dato da que pensar. Da miedo, porque se acerca otra semana llena de dudas, de eternos días agotadores y dudoso ritmo sexual. Suficientes motivos para cambiar de cuerpo. Será mejor manejar las riendas de otro semejante a ti, sin ser tú. Alguien material, opaco al resto y a través del cual tú puedas ver el mundo. Creyéndote que desde ese ángulo que tomas para controlar tus miedos divisas cada resquicio de duda que antes se ocultaba. Eres el amo y señor del universo (casi).

Podemos tratar de ser alguien más serio, más gracioso, más listo, más guapo, más orgulloso de sí mismo, más dado al don de gentes quizás, pero estaremos fracasando estrepitosamente. Muy estrepitosamente. ¿Para qué esas caretas baratas de carnaval? ¿Por qué no hablar a través de nuestra jodidamente perfecta boca? Porque por si nadie se había fijado, tenemos una boca que espera a que nos dejemos de bobadas y empecemos a formular palabras, y quién sabe si alguna que otra frase entera made in nosotros mismos. Os invito a ello.

"Cuando llevas una máscara tanto tiempo, te olvidas de quién eras debajo de ella.", Alan Moore.

Nunca podrás alcanzarla, ella es demasiado buena para tratar con titiriteros de segunda. Sé tu mismo, amigo. Que pudiendo elegir el ritmo de dedos al entrelazar la baraja, haz que salga ella, la reina de corazones. No apuestes al blanco pues todo es mucho más serio. Serio para el resto, para nosotros añil. 

Fallar continuamente no duele tanto si es a su lado, pero acuérdate que antes, para estar descansando a su orilla, hay que llegar hasta ella. Ahí el camino de cada uno.

Dejémonos de carnavales diarios, que no hacen bien a nadie. 
Dejemos de desgastar el buen trato que tiene Venecia, que demasiado especial es ya.

domingo, 2 de octubre de 2016

Si estás atenta.

Si estás atenta el verano ya ha acabado.
Si estás atenta la verdadera suerte puede estar bajo las hojas que cubren el suelo en octubre, o bajo su piel arropada con sábana al calor de una tarde de domingo.
Si estás atenta no hay frió que no abarquemos.

No hay cenizas para una historia que aún tiene llama.

No hay dobles intenciones a contracorriente ni pestañeo comprometido. 

No hay calma, porque dejó de haber tormenta por suerte.

Si estás atenta en otoño solo llueves a través del ventanal.

Solo caminas descalza para sentir el contraste de la baldosa y tus latidos.
Si estás atenta la noche no termina.
Si estás atenta puedes leer entre lineas.
Si estás atenta piensa en esos momentos que no vuelven.
Si estás atenta esto pasa sin darnos cuenta.

Si estás atenta podrías oírme en la distancia, en sueños.
Si estuvieses atenta, y encima aquí, no respondo.



Una sobredosis aguda, un viaje a ninguna parte para recorrer mundo. Tratándose de ti llegará pronto, pero hasta entonces se pueden disfrutar los momentos a cortos sorbos. El justo e innegable placer de estar presente en ese acústico que a veces pasa y, la mayoría de veces, no. Tener calor y no llegar a verte. Oír y sentir los golpes de las letras de esa canción que te ayuda a recordar cuándo terminó todo y comenzó la suerte. La poca desgana con la que ya no sueño o las llamadas de atención de las alarmas en tus gestos.

Está bien. Todo en calma, menos trabas y muchas, muchas más resacas.
Y es que se te da bien tentar, jugar con mi cinto; decir que ya no es lo mismo, es mejor.
Ahora se puede tentar a malas y disfrutar a oscuras porque total, solo son gestos y, por supuesto, ya no hay dudas.

Felices Domingos.

domingo, 21 de agosto de 2016

Memorias de verano.

Voy a ser sincero, ya echo de menos este verano. No ha acabado, pero es lo que siento. Siento que he alcanzado tanto en tan poco tiempo que aún ni me he llenado. No me he saciado, siento que falta por hacer. Faltas por hacer.

Es curioso como partiendo desde mal puerto se consigue alcanzar la alegría. Cómo flotar por encima del mar y únicamente mojarse estando cubierto. El contraste de la más austera felicidad escondida, con la más falsa sonrisa talonaria. Contraste de gentes y tiempos que no encajan. Como nosotros, pero con la extraña sensación de que a ellos les importa.

Recorriendo mundo y sin poder llegar al tuyo por falta de pista de aterrizaje, por ausencia de órbita en la que dejarme llevar, por la existencia de un cartel de “Cerrado por vacaciones”. Es lo que tiene las incompatibilidades, que no entienden de maneras ni tácticas para negociar.

De alta mar se pueden seguir aprendiendo cosas. Siempre. El poderío de una estela dibujada únicamente con la forma de la silueta del roto del oleaje, los cambios degradados de azul a su paso y la buena fe de las corrientes, que te sacuden para que no vayas olvidando entre tanto trago a la copa de que tienes una vida pendiente. Una vida real.

Esa vida que te recibe ya en tierra firme, envuelta en un haz de pequeñas dudas que intenta saciar a golpe de cama. El mejor terreno de batalla. 

Su sinceridad encubierta, el deseo de escucharla. 
Para establecer equilibrios. 
Para que los pasados no derrumben a golpe de conciencia los futuros con juicio.

Pero acaba la cruzada, ahora suenan otros tambores de guerra. Entre calor y días en vela. Las maravillosas tensiones cerca de amaneceres y las grandes puestas de sol al mismo compás de siempre. Personas sin conocer que sin darnos cuenta y al son del traqueteo en carretera parecen de toda la vida. Gran tesoro descubierto, con el cinturón puesto, por si vienen curvas.

Y lo nunca imaginado, el mayor recuerdo. Punto y aparte a este reencuentro de dos cuerpos deambulantes a la orilla del mismo precipicio. Se agarran, se ayudan y ríen con toda la energía de sus gritos. Para ellos sus latidos, empapados y sin juicio.


Tratándose de agosto no me extraña, mes de balas, de monstruos, de ganas. Desaparecen historias que ya son felices, te agrandan y enseñan, que las musas se visten de mil maneras. Y de corazón, me alegro por ellas.

Cuatro letras para quien mejor me conoce, son todo lo que respiro y me llena. La confusión perfecta entre número y letra. Para ti todo, que lluevan piedras.

Feliz verano para todos aquellos que lo viven como una segunda vida.

Un escape de energía y qué buen día.

Verano vuelve sin haberte ido,
que contigo de fondo me siento más vivo.

miércoles, 29 de junio de 2016

The Sweetest Thing.

No se me quita de la cabeza. Lo sé, sé que vais a empezar con el recomendado "Venga ya, ¿otra vez con esas?", "No me lo puedo creer, ¿pero no te habías olvidado ya de ella?", "Ya estamos de nuevo...", y es normal. Mea culpa. 

Hoy toca. Se cumple un año de tus felices 24 horas y yo escribo porque me calma. Respiro igual que siempre pero más lejos, más lento cuando me distraigo y más rápido al saber de ti, pero al fin y al cabo, igual. Llevo todo el día escuchando U2, no esperaba encontrarte allí, ¡sorpresa!

También he leído cartas que olían a infancia con tintes de adolescencia juvenil, y me ha gustado volver a descifrar esas palabras. Bendita escritura a mano, bendita firma ilegible final. Todo me ha hecho pensar en historias interminables que hablan de sexo y malos ratos a partes alternas. Relatos inspirados en películas recomendadas por tardes de domingos pasados. Bailes que no van a llegar. De momento. Qué bien saber que bebes los vientos por tu nueva alegría. 


Felices 48 horas acumuladas, que ya van dos. Y uno se acaba amoldando a base de meses sirviendo a la nobleza. Esa que hace doce recibía un mensaje servicial. Que debía sonreír hasta hartar su mirada de ganas de gritar. Que debía gritar si lo necesitaba, con fuerza, con ánimo y con voces de vientos veraniegos. Una clase única de ninfa. De las que desaparecen entre la neblina para guiar tus sueños.

Descálzate y baila. Desnúdate y siente el tacto del recuerdo. 
Brilla hasta que en alta mar te vean.

Y ya sabes que lo esencial es invisible a los ojos.
Con eso respiro.

viernes, 17 de junio de 2016

Que no despierten.

Tratemos de no hacer ruido, andemos descalzos y de puntillas entre las sombras. No es cuestión de evitar golpearnos con algún borde colocado en mal lugar, porque cuanto más pendientes estemos, más seguro estoy del golpe. Y el dolor será tremendo.

Cuidado con relajarse con el buen tiempo, que ahí siempre hay fuego. Monstruos escondidos creciendo por momentos, por desprecios, por gestos nulos, por dejar los momentos quebrarse al viento. Los excesos desproporcionados. Los muchos latidos apagados cerca de mi. 

Terremoto entre polos semánticos, entre tus prisas y mis calmas. A contratiempo y contracorriente. Como dos tramos de camino que se separan para entrecruzarse veinte veces más adelante por el denso tramo de bosque. Donde no llega la luz, donde no llega tu sonrisa cansada. Donde la luna se llena de ganas por irse de fiesta entre estrellas iluminadas.

Conciertos que se nos hacen eternos, subida a hombros como las nuevas ediciones de princesas reales. Como la más brillante de todas ellas. Secreto entre ambas buenas corazonadas.

Espero y deseo que este tiempo estancado en barro, como rueda que intenta salir del badén de una comarcal cualquiera, se pueda limpiar. Que vengas con ganas de sacarnos la espina y arrancar sin motor el universo parado. Que seas consciente de lo que espera al otro lado de la cama. Que seas ella, y que ella se convierta en ganas.

Quita la sábana, no la necesitas, es verano y el mágico viento de levante se presenta con tiempo para hacerte bailar. Sigue su compás, vuelve a vivir dentro de nosotros, de nuestro mundo que dejaste por momentos en stand by. Disfruta de nuestra vida.

Perdón por las canciones a deshora y los instrumentos sonando a través de mis dedos. No es momento, tampoco tiempo de descuento. Aprovecho. 

domingo, 24 de abril de 2016

En tu ciudad de noche.

Y tratando de recomponer el mundo que no descansa y de establecer el rumbo correcto nos vamos encontrando con interferencias de corto, medio y cruel largo alcance por el camino.

Con noches en las que ni por segundos me llega para alcanzar esos recuerdos y con otras en las que echando un ojo a la cartera o leyendo textos impregnados de palabras complejas de enlazar se me vienen a la cabeza. Las canciones en lista de espera. Las que cantaste al despertar en septiembre, pero que así, entre tu y yo, para nosotros quedan. Que no sé si sabes de mi, pero espero que algún día te vea.


Descubrir canciones que marcan y escucharlas a raíz de la marca. Hoy, un poco para desahogar, que los domingos están desde siempre hechos para recordar. Para la monchura que decían.

Imagínatelo así. Por nuestro tapiz de cielo.

"Imagíname feliz, así será como un cuento,
imagínate un desliz sobre un tapiz de cielo.
Luego escribiré Berlín para que llegue el invierno,
rodaremos y el jardín será un vestido nuevo.
Luego otra vez a vivir, luego primavera invierno...

Imagínatelo así, con esta cara de baile,
como quien te hace reír y te besa en la tarde.
Luego una canción sin mi.
Imagínate un perdón por lo bailado, un "no te quiero tanto" sin salvarte antes, 
reavivar desplantes, posado en tus labios, levitar sin aire,
queriendo ser viento.
Tengo demasiado tiempo libre para ser feliz,
tengo que salir de aquí, me estoy volviendo cuerdo.

Y miro la cara que tiene la luna y yo,
que busco en la tuya el futuro y lo encuentro sólo cuando bebo, lo siento, me voy...
Y un colibrí de palabras, lentas sin significado,
a una garganta que canta, un medidor de pasado.
Aún no es tarde es mañana, aún me quieres callado...

Ahora baila, baila.

Imagínanos sin mar pero mojados, dos acantilados y un barco de vela,
un abrazo largo de sonido celta, recoger lo que ha dejado una marea llena, 
y pasear descalzos con nuestro tesoro, y tú,
dices que te quedas y nunca acaba el verano.

Vamos a hablarlo, ¿qué te molesta al vivir?
somos dos barcos varados, somos Machado y Machín.
Vamos a un lado, hay otro "pero no" aquí,
vamos rodando descalzos, vamos queriendo seguir, vamos callados..."

-Don Andrés Suárez.-
Feliz despertar de finales de verano. Vuelta a la realidad.

viernes, 8 de abril de 2016

Hazlo por ti.

Apaga incendios, que de noche la llama ilumina más, pero quema menos.
Apaga incendios y deja borradores de vida para otros, tú no dejes de soñar.

Ya hace tanto desde tu fugaz huida del reino que cuesta acordarse de las preguntas sin medida, las muchas confianzas y las pocas manos frías. Repito, apaga incendios. Baila sin pensar y mantén tu mente en blanco para que los giros y ajetreos de tu cuerpo la llenen de trazos a pulso fino. Sueña con casualidades. Fuerza derrochas de vida, de ganas de mundo a tus pies y paredes rendidas. Confío en no estar inmersos en dudas y malas cuentas tardías. Porque dolería. Tenernos en un puño y haber hecho el descuidado. Tirar por un gran peldaño como es la llegada del invierno todo lo que conseguimos en tres semanas de verano. Para nosotros siempre. Déjate ver, si sales de tus líneas y de verdad lo ves. Si no es para nosotros, hazlo por ti. Trátame como apoyo, porque jamás me fui, pero a la vez, me sigo yendo. 

"Quizás la ausencia de señales sea una señal."
Son estas veces que te encuentras rendido a pies de sus juegos de labia y recuerdos olvidados. Escondidos para no causar daño, pero buenos recuerdos. Con musas y pájaros que sienta bien pensarlos, solo que a destiempo. Dejarlo aquí para desahogos frustrados. Que es tarde, hace frío y son horas de almohada. A descansar, que todo irá más lento. Sigue riendo.

Y recuerda,
te sigo leyendo.

miércoles, 6 de abril de 2016

Algo se estará haciendo bien.

Y probablemente sea de esa sensación de la cual uno intenta salir a flote, o esconderse en las sombras de calles de extrarradio, o donde no haya luz a tardes horas de noche oscura. El caso es levantarse de un buen golpe de realidad. Cambiar cada mal día de esos que no avisan y golpean hasta el K.O. por un simple "algo" que salga bien. Porque a veces, y sólo a veces, únicamente necesitamos eso. 
Algo que salga bien.
Algo que se pueda escribir con ceniza de sus buenos años a traición en tu agenda privada, para ojear los días y saber como estabas. Cuando de verdad estabas. Cuando de verdad flotabas al compás de mil tambores marcando ritmo fijo entre tanto alboroto de gritos de puro fanatismo descontrolado.

Escuchando al tiempo sabremos que algo se está haciendo bien cuando de las nieblas se ve una duda menos y que no se eche de menos. Aprovechemos a vivir bien, que no haya problemas. Estemos por encima de las penas sin que nos falte oxígeno para llegar a la cumbre y dejar la bandera de nuestro estado de ánimo. Recuerdo ese momento. Todo parecía tan, tan, tan pequeño que ni mi vértigo valía más que ese gesto. Y muy loco o tocado de la cabeza hay que estar para ver de este a oeste y de norte a sur sin perder tu reojo. 

"Cuando llueve comparto mi paraguas, si no tengo paraguas, comparto la lluvia."
Vamos a estabilizar el panorama que si no todo el mundo se monta en el trozo de paraíso abstracto que se está creando alrededor de esta realidad distorsionada. Cantar en blanco y negro con base de dos tiempo pasados. Las letras que se escriben en una orilla y se sienten canal abajo, que hacen temblar una baldosa en el otro lado del mundo y provocan evasiones al azar de armonías confusas. Qué sensación de volar desde un solo estado de ánimo. Pasar con tu otro mundo los buenos ratos de humos y pared escuchando. El temblar de muelles al compás de dos acordeones. El saber estar, madre mía, el saber estar lo es todo, amigo.

Venimos a decir que sí, que así todo va mejor. Nada de sufrir para esperar ese rostro bonito que te jure bailar entre lobos despacio y luego avivar a la manada a su antojo. Creamos lo que sentimos por buena experiencia de novatos y trabémonos antes de seguir con lo que los años nos indiquen. Evitarnos la pregunta para contener la hemorragia de angustia. Que será mejor cerrar a cal y canto. Como los bares cuando es hora de ir a casa. O a cama ajena. Brindemos por ello.

Trasteando un poco algo vemos con buenos ojos, luchemos por ello anda. No tratemos de dárnoslas de sobrados que no nos va muy bien por donde nos la jugamos. Guardemos la fe dentro de la caja fuerte. De esa de la que ya he escrito. Era importante para llegar a esta realidad. Para llegarnos.

Algo se está haciendo bien, que sí, que las guitarras resuenan aun estando paradas.
Las camas huelen a pactos de unión amable, a cambios de rumbo o de posición relativa de dos cuerpos. 

Algo se estará haciendo bien para escribir así, para que nada suene más alto que esos tambores de guerra. 
Para que todo tenga su sentido y los que buscan carne fresca aquí la huelan. 

Disfrutad. 
Que siempre es pronto para ello.

jueves, 24 de marzo de 2016

Dicen que el mundo se va a la mierda.

Dicen que el mundo se va a la mierda. Que ya nada es como hace años, que nos sobra mal y nos falta de lo bueno. Empecemos desde cero.

Tiempo sin escribir y ahora vengo, a tiempo, porque antes de abrir la compuerta a la palabrería que llevamos dentro será mejor calmarse y tratar el problema con suero. ¿Cómo vamos a cambiar sin cambiarnos nosotros primero? Me lo podéis explicar, en serio. Tiempo y ganas tengo.

Tanto miedo por las calles que vemos a través de las pantallas a las que sólo enfocan las cámaras no nos puede dar para sentirlo de pleno. Inhumano pararse a intentar comprenderlo, pero es así. Si enfocan a la luna y dicen que ahí estamos, eso nos vamos contando; si entrevistan a un rey jamás le oiremos decir que el pueblo está siendo atacado. El poder que tienen las cámaras vaya. El valor de la información a tiempo y bien vista. Partamos de esto.

Mucho dolor y miedo por lo que pasa a nuestro lado del mundo, ¿verdad?. Nada de hablar de lo que los focos alejan en el lado opuesto, donde el telón siempre está corrido y jamás suenan las buenas sinfonías. Otros sonidos parecen ser escuchados, merecen ser escuchados. Ni uno más uno son dos a veces, cuando de mil factores más depende. No traguemos con embudo cada discurso engominado. Pensemos primero y después informémonos de ello.

Y parece que últimamente con más razón se vuelve a pensar en otros años. Que si eran mejores, más calmados, más HUMANOS. Menuda contradicción en cada una de esas siete letras de una palabra. El caos que proporcionan van con ellas ligado. Merecemos un jodido descanso. Como personas y como estado humano. Planeemos un grupo menos cerrado, que si no, mal vamos. Opino como quien por esas siete letras tiene derecho. Cada uno de nosotros y cada uno de ellos.

Lloramos a estrellas que nos dejan y aclamamos pasajes malinterpretados a conciencia. "Mientras no hagan daño que así sea, ¿no?". Trabajemos por los polos opuestos y los que poco a poco nos dejan. Los de pingüinos en ellos viviendo sin darse cuenta de Bruselas. Vivamos más cerca del planeta y menos gritos al cielo aclamando reinos. Darse cuenta de que esto acabará implosionando con fuerza y sin preguntarnos ni edades, creencias o sexos. ¡Joder!, hagamos el amor y dejémonos de conflictos bélicos. Que si escribimos todos un cacho de nosotros tranquilamente podemos ser eternos.

Es un grito contra todo. Porque ya anda uno recto y cansa vernos metidos de lleno. Como humanos que dicen que somos y seremos. 

Disfrutemos de todo lo que tenemos, porque ni tú ni ellos sabéis cuando acabará el cielo.

Sin fronteras todos juntos podemos luchar contra esto. 

Que se oiga de una vez que valemos para algo más de lo que creemos, y no vemos.

¡Hagamos por vivir años buenos!

Deseo.

domingo, 13 de marzo de 2016

Frío de verano.

Frío de verano y ahora al calor del invierno. Cambiamos en poco tiempo para empezar lo realmente bueno. Lo que gusta, lo que nos llama y tira de nosotros, como un plan con los amigos de esos que si lo piensas y repiensas puede dar miedo. Sólo el pensar que si alguien se mete en vuestra cabeza probablemente tramite un aviso de socorro o al psiquiátrico de la zona en su lugar. Planes que te gritan que vayas sin dejarse ver la cara para poder luego manejarte a placer.


Poco falta para el cambio de pensamiento. Para la lluvia de estrellas. Para las lluvias a secas. Las que secan tu cuerpo para mojar el mío a partes enteras. ¡Qué tardes esperan!

Y hace bastante que no escribo, que se palpan las ganas de textos y letras sin filtros. El tema de no tener tiempo, causa y a la vez efecto de estos versos. Que se echa de menos. Y por aquí aprovecho. En silencio porque toca, bien adentro. Ya vendrán días coquetos y semanas de no pensarnos porque nos tendremos a medio metro. Y qué triste sería adaptarse al tiempo, ¿no?

Pueden ser las ganas de los ratos a la fresca, esos con conversaciones con morbo de las que siempre se echan de menos. O juegos de cartas alrededor de una mesa de cristal, para comprobar lo transparente de toda esa escena. De protagonistas grandes genios iluminados por sus ganas de hacerla inmensa, o de pequeños matices que rozan hemisferios ocultos.

Trabalenguas a pie de cañón, con esperanza funesta. Debacle sin frenos y en plena cuesta de tus horas sin nosotros, y yo en plena película (de terror). Saliendo a cazar brujas sin haber preparado siquiera hogueras. Pero todo se para, la cuenta atrás comienza.

Un poco menos para caminar descalzos y disfrutar de tragicomedias con bocas hambrientas y, al otro lado, espera sentado el trastorno de un infierno apagado. En plenas ascuas y ceniza empolvada, los rayos de luz de su luna llena.

Traemos el calor al mal tiempo, y con desdén probamos los límites de lo inhumano.

Aprovecha el frío, que se acerca el verano.

miércoles, 24 de febrero de 2016

Piano, piano.

Y se sabe, que estando a tantas dimensiones nos sentamos al lado. Que descuidas tu sombra y se va con otros entre tanta gente. Pierdes la noche buscando la silueta que forma pieza que encaja en tu puzzle. Pieza clave para tu castillo de naipes, para seguir cuerdo entre tanto desperdicio de tiempo.

De repente, sin previo aviso te atreves con el tequila, te llenas de ganas por seguir por calles y encontrar chispa. Necesidad de alumbrar las aceras nuevas, de poder ver la cara de quienes se arriman. Truncar la noche por desestabilidad emocional, salir despedido rumbo a sacarla a brillar.

"Si es que después de todo, sólo saben salir a rascar algo", sale de su pintalabios. 
"Si es que después de todo, sólo habla su pintalabios", se quejaba él.


Distracciones a pie de calle, de ombligos visibles a la luna y sabores descafeinados. Nunca volvería a haber marcha atrás. Para cruzar bien de la mano, descalzos entre cristales menos afilados tratándose de no hacerlos crujir para no despertarles. Que para eso ya los muelles oxidados y sufridores.

No es momento de esconderse en las mangas del otro. Despistarse pensando en el exilio, en los platos a medias interrumpidos por un calentón espontáneo. Momento de luchar, gritar y conectar. Ver lo que podríamos ser si no tuviésemos que saber del otro. De tener que claudicar bajo las sábanas lo que por palabras no llegamos a tocar. Desaparecer entre las dunas y transformarlo todo en agua.

Y tan fuerte como el poder del "¿y sí probamos...?" los latidos de tu tambor. Piano, piano. Lontano. 

He podido pasar de todo lo que gira para centrarme en lo plano. En lo que se queda contigo y te da de la mano cuando todo cambia o tiembla. Porque ni con terremotos de escala Richter sobrepasada me cambio de dirección de navío. Descansemos, después no seamos tontos y recuperemos el tiempo perdido. Los años de ventaja que nos sacan los calendarios o las noches en vela alumbradas sin ellas.

Despedacemos poco a poco y con saña el dolor de habernos descosido. Estabilicemos los traspiés por los que siempre nos tropezamos. Que ser torpe es gran parte encanto. De las sombras en el rostro traducidas en finas oscuridades. De las leyes y deseos espaciales que se pueden formular en tus constelaciones. Mejor de noche, en verano, sin luces.

Pasémonos al lado sarcástico, al que todos obedecen. Tratémonos como dos encontrados, para saludarnos la próxima vez que nos veamos como si nada hubiese pasado. Porque no forma parte del plan que teníamos pensado. Porque es que de hecho, nada ha pasado. Pero qué inquieto el poder imaginarlo. 

Tragos largo en barras cortas. A escondidas, pero no tanto. Si nos perdemos, nos encontramos.

Piano, piano. Lontano.

lunes, 8 de febrero de 2016

A medias.

Sin dejarnos a medias, teniéndonos a enteras. Viviendo de lleno en años de niños, de puertas entreabiertas. Fingiendo estar cuerdos o cegados por la edad, por la vergüenza al qué dirán. Sabiendo aprovechar cada momento, recuerdo. Cuesta creer que no pudimos tomarlo en serio.

Más allá de timbres y copas, más allá de cobijo en otras. Pero nada más cerca de lo que pudo ser, fue y será. Porque tratándose de conjugar verbos en pasado, presente y futuro nadie domina tanto como nosotros. Que sabemos driblar tornados y al rato crear tormentas para tener algo por lo que llegarnos.
¡Y vaya con llegarnos!




Destrozando viejos conceptos estereotipados, de conocernos entre semana para juntarnos en sábado. Valorar cada tercio de momento para administrarlo como sabios, pretender conseguir lo que por nadie estaba bien juzgado. Encontrarnos entre sábanas cuando aún nos reíamos al besarnos. Escondernos del resto y alumbrarnos con el cielo, sentados en los tejados. Caminar por el andén y pactar el salto. Para que duela menos o para notarlo de lleno.

Descansémonos un tiempo, pues el miedo no es mano de santo. Tengamos en cuenta ese gesto, de tumbarnos enlazados. Tú en mi, con más preposiciones de nuestro lado. Descuidos bien queridos en una tarde de verano, de embrujarnos con tu sonido del cual aún no he escapado. Leer estas historias con un ritmo entrecortado, temblando desde críos y más ahora al cruzarnos.

Podemos revivirnos más que de cuando en cuando, en nosotros siguen los niños que manejaban el mundo con la fama de sus años. Y si el que quiere subir inventa escalera, el que quiere de ti emplea vida y media. Hace tiempo de ese pacto, no un capricho de verano.

En pausa las canciones que hoy suenan más despacio, el sonido de tu disco a medias desgastado. Escucharnos y seguir como nunca o como siempre, encontrar las siete diferencias con miradas a contracorriente. Disfrutando tanto de tus vistas que decides mejor saciarlo. Descuidando los detalles que dentro de poco se hará temprano. Confío en esto, aprovechemos el gesto. Tratemos de coincidirnos entre tanto verso. 

Llevaba tiempo sin, y sabía que tocaba dar el resto. Nos encontramos de lleno, volviendo a saber lo que tenemos.

viernes, 8 de enero de 2016

Tu sangre por mi tripa.

Con cara de locos empezamos este año, con cara de locos frenamos el tiempo para que corra poco. Quizás sea mi poca capacidad de entendimiento, tu letra redonda o tu firma a pulso de cirujano lo que traba la lectura, ¡pero joder qué bien!

Ni disculpas ni pequeñas cosas esquivas, el calmarse. Su momento zen lleno de empeño. Muchas horas de balas en la cabeza, de run-runes taladrando sus reposos y de conversaciones con la confidente almohada. Apetecía escribir y yo también escribo. Porque también estoy feliz.


Tantas palabras en el mismo banco de años, llegan a tiempo. Complico mis frases porque tal cual lo siento. Cuánto me alegro. Es parte del recomienzo.

Por último, un trozo de agradecimiento.
Gracias por las dos tortas y el "¡espabila!", por llegar a tiempo para las campanadas y para sus majestades, que cuanto antes, siempre mejor. Eternamente agradecido, persona enmascarada. Has conseguido mucho, has conseguido cesar los run-runes, los taladros en horas de siesta y calmar las borrascas con sus propósitos. Muy agradecido. Gracias de nuevo, por llegar a tiempo. Por volver a llenar su alegría y agrandar su apetito. Cuidado dos mil dieciséis, que está de vuelta. Y conmigo.

Vuelta a planear lo implaneable. 
A bebernos el mar al hablar de más. 
Comernos el mundo mientras lo cambiamos.
Bienvenida a casa, pequeña gran revolución.



domingo, 3 de enero de 2016

Pero quiero.

Vuelta a empezar de nuevo. No es que me refiera a nada costoso, ni mucho menos. Al menos, eso pretendo. Todo pasa por saber a dónde agarrarse, dónde apuntar para buscar las cosquillas. Tratándose de nosotros fácil. En temas de apuntarnos desde la distancia espero seamos buenos. Desde la noche y entre mucho, mucho miedo.

Vuelta a los clásicos, a los momentos nuevos. No todo tan oscuro, no todo tan negro. No creo que salga nada bueno, conociéndonos. Pero quiero. 

Podemos pasar el tiempo dejando crucigramas en el aire, esperando a que con la ayuda del viento encontremos el instante en el que podamos hacerlo eterno. Descuidando el ir de puntillas o el de contarlo sin miedo. Caras de asombro y buenos recuerdos. Mientras, disfrutemos lo nuestro.


Son fechas de buenos propósitos y por eso, aprovecho. Es un bonito comienzo. La verdad, todo a su tiempo. Pero nos sobran ganas y faltan miedos. Y eso, quema tanto, o más, que el mismísimo hielo. Qué bueno cuando brincas de sorpresa o bailas al compás de música lenta. Cuando empiezas una frase y se acaba deshaciendo entre suspiros conformes de piedad. Cuando las sábanas que jamás te vieron preguntan por ti. Cuando les digo que esto lleva tiempo.

Y pensando en volar lejos, conocer mundo y sacarnos uso. Trabajarnos y esculpirnos al son de trocitos y restos nuestros. De canciones de postales allá por otros versos. De guardarnos la magia para cuando nos deje el genio. Que te des cuenta de lo que pierdes cada vez que huyes, cada vez que ardes. Darse cuenta y pasarse al claroscuro, para ver algo dentro. Transformar sus insistencias en colaboraciones con gentileza. Todo muy silencioso. Sin hacer ruidos, que despierten las dudas.

Sobre todo paz. Suelto palomas para que desde encima las veas, la bandera blanca hace tiempo que ondea. Lejos de ojos ajenos, de mirada furtivas y sueños veraniegos. Insisto, y por favor, hazme caso: nada de esto debería jamás dolerte, pues siempre seremos todo aunque tú no lo cuentes. 

Pudimos con todo hasta el final que aún no ha llegado. Pudimos levantar de las cenizas al fénix y mejorarlo. Pudimos saltar descalzos y volver a cortarnos con los cristales de nuestras voces rotos a nuestro paso. Y ahora que todo parece estable, que todo gira en el buen sentido, celebremos que nos hemos conocido. Que si algún día tu expresión se alegra de decir mi nombre y ocultar malos estados, lo habremos logrado.

Los comienzo siempre son buenos para quien los trata como nuevos. 
Quienes valoran lo vivido antes que lo que ha dolido.
Para aquellos que se sienten afortunados.
Aquellos lo han logrado.