martes, 7 de abril de 2020

No asustes a las palomas

Resulta que en realidad no sé si me apetece escribir.
En realidad creo que no me apetece lo más mínimo.
Sí, sin duda no me apetece en absoluto.
Y no se va tan fácil.
Cuesta mucho.
Porque sí.
La respuesta más sencilla que hay.

Me había prometido no escribir sobre la mierda que tenemos en el ambiente. La que se respira y la que no se cuenta. La que te crees y la que me creo. Todo lo que baila de la mano de un tridente en tu cabeza, lo que mis llamadas ya no escuchan. Estamos empezando a perder la cordura y eso ya sí importa. Importa principalmente porque todo lo nuestro siempre se ha basado en una falta inmensa de ésta. Ahí reside la mágica esencia.

Y quiero comenzar con esto porque me parece lo primero. La razón de un todo hecho bola que cada vez arrasa sin piedad sentimientos y estados de ánimo como quien tira migas de pan al suelo y luego asusta a las palomas. Y quiero tu reflejo, quiero tus ensayos. El anzuelo hecho para doler, para quitar las condecoraciones al mérito y reforzar inseguridades. Ser de luz en año bisiesto.

Te encuentras con la verdad recorriendo tus venas, tus ganas y tus reglas. Tus estructuras mentales se tambalean, llega Godzilla, todo por aquí sin precintar. Sentirse mal es real, esta grabado a fuego. Sé mejor. Traduce las libertades que te puedes tomar una tarde de domingo para hacer del lunes un puente hacia el verano. Revive.

Cuando todo calme deseo versos encrucijados, luces por apagar y sueños interrumpidos. Deseo tanto, que hoy no duermo. 

Mensajes del sol naciente, felicidad.