lunes, 28 de septiembre de 2015

Quizás sea eso.

Ellos seguían hablando mientras el viento se enfrentaba a sus cuerpos. Las heridas que con el tiempo curan. Con el tiempo que te comparten. Porque de lo que sí se gana es de claridad. De ver la gente que se rasga la camiseta para ponértela de torniquete. Que admiten que no saben lo que dolió, duele o dolerá, pero que se esforzaron, esfuerzan y esforzarán para que tú lo olvides. Para sacarte las balas, para curarte las puñaladas o para limpiarte el alma. Porque quizás sea eso.

Rápido pasa el tiempo, y pasa tan veloz porque ir con los ojos vendados es lo que tiene. Que dependes ciegamente de la mano que agarras. El único apoyo terrenal. Y de eso ha pasado el año. De tu mano y de la de ellos. De un esfuerzo, de un "Confía...", y de muchos "A menos diez donde siempre!". Es momento de escribir y que ninguno probablemente lea. Pero gracias.



Que ninguno cercano lo sufra, porque es más de lo que se aguanta con los hombros. Es dolor en sueños, y sueñas. Sueñas, aún, con el tiempo. Y a veces sana. Hoy, lunes, escribo por no tener que escribir esto. Por las amargas buenas noches. 

Porque por estos días recuerdes lo que somos. Antes de lo que siento.

martes, 22 de septiembre de 2015

Carta para recordar.

Hoy escribo lento para todos los que necesiten más tiempo para recordar. Pero que lo acaben haciendo. Que recuerden. Por favor.

Escribo con una punzada en el pecho. Con dolor de rabia y dejando en mi habitación gotas de tristeza por todos ellos. Por ti en particular. Por tus no recuerdos.

Hablo de noches de preguntas, de amaneceres con la duda.De papeles por doquier. De cosas que te dieron los mejores recuerdos de tu maravillosa vida. De tus bromas. De sus risas. 

No pensemos en ello.

De la segura elegancia que desprendíais de jóvenes. De todas las maravillosas personas que no pueden saber que no saben. Que hace tres días sonreía al vernos, que ayer pedía ayuda. Ya es tarde para verlo. Pronto para frenar. Para seguir con ellos. Para recordar tus aventuras por los pueblos. Por las fotografías en las que os veíais tan bien.



Dicen que ayer fue vuestro día. Contra ello. Se quedan muy muy cortos. Pasan años, y cada día es más vuestro. Os merecéis poder saberlo. Mientras tanto, quedémonos con la idea de que esos recuerdos nunca salen de ellos. Pensemos que no los recuerdan porque los guardan muy dentro. Porque esos recuerdos, son los más valiosos y no quieren compartirlos para que el mundo no les contamine. Esos recuerdos de consejos, de rostros familiares, de tu equipo de corazón, de tu corazón, de tu pasión. De las alegrías que te da tu nieto dedicándote la suya. 

La esperanza de siempre pensar en que cuando se levanten recuerden para ellos. Que por dentro vuelvan al parque y al campo en el cual corrieron, que tiren piedras y jueguen con ranas en el lago.
Que bailen junto a sus seres más queridos. Que recuerden lo que se quieren a ellos mismos.

Pongo en estos renglones un pedazo de lo que os siento. 
Ojalá esto no tenga sentido en un tiempo.

sábado, 12 de septiembre de 2015

Saber que nunca nos mentimos.

Curioso título para estas ganas de escribir. Se siente uno raro cuando sueña lo que se debería estar viviendo. Cuando se vive lo que tantas veces se ha vivido antes. Cuando el día te hace pensar más que la noche. 

Menos mal que existen esas personas que funcionan como placebos, como pastillas de colores que te hacen girar el mundo con tus propias manos. Que seducen con las palabras y te que te hacen beber hasta llegar a Plutón. Que te enganchan jugando y repatean tus problemas con bailes epilépticos. 

Menos mal que nunca nos mentimos, dicen los habitantes de nuestros mundos. Menos mal que la niebla no deja ver lo que hay detrás de tus muros. La forma en la que los silencios son las mayores mentiras. Las formas de consolarse por dentro alegando que no son engaños. Un gran espectáculo de colores apagados y sórdidos aplausos autoconsoladores. Por el fuego que arde escucho pequeños pedazos de noches pasando a cenizas, y se me clavan de lleno encima de lo que encierro.


Porque no hay nada que decir sin oídos al otro lado. Sin ganas de continuar las cuatro frases de rigor inestable. Sin las duchas de palabras cuando te acuestas de mal lado y te levantas tirada de orgullo, o ganas de complicar la realidad, o un no saber estar, o valorar, o no sé.

Pero ya estamos en otoño. Brindemos por ese momento en el que se grita a pleno pulmón que el puzzle ha encajado, que los trozos de nuestro espejo nos reflejan de nuevo. ¡Qué bonito ese recuerdo!
Te invito a compartir nuestra compañía. Dejarnos de soledad. Acercarme a ti y escuchar susurros guardados. Susurros que recuerden lo que tienes. Lo buena que es tu espalda como lienzo de mis miradas. La de líneas que recordará tu cuerpo. La de punzadas que compartirá el mío. Nos quedaremos a vivir en lo más alto de nuestro amor bien hecho, desde donde veremos las puestas de sol. Los guiños que nos da la luna. 

martes, 1 de septiembre de 2015

NTRN.

Pero qué fácil es conocerse en silencio. 
Lejos de todo grito cotidiano. 
Lejos de complicaciones de esas que a nosotros no nos van. 

La breve historia de como se incrustó en mi vida. La intensa magia con la que se emborracha por las noches y sobrevive de día. Las idas de cabeza entre camisetas perfumadas. Las buenas noches de largas distancias. Los papeles cerrados escritos con la ilusión del que los abre. 



Las islas sólo son distancias cuando se olvida lo que te espera en tierra. Los abrazos sabrán a vida cuando te los regalen de cerca. Tengo entre mis manos el poder de una promesa. El tiempo reparte lo que la gente necesita. 
Las no tartas de bienvenida.

Qué bien sabe cruzarse con gente que anima a volar.