lunes, 12 de octubre de 2015

A las tantas.

A las tantas se juntan las horas de verdad. Las que se esconden durante el día para hacernos volver a casa entre lagunas y buenas historias que contar con el grupo. Las que te traban las ganas de hablar. Las que te despiertan y a la vez te hacen soñar. 

Caer para levantarse, que ya sabes lo que sabes, y todo eso, que te haga ver lo que vales. Que por nuestras venas corre la mis sangre. Entérate. Recuerdo eterno por lo vivido, por lo que sale de nosotros cada domingo. Sin explicación, sabemos colocarnos por automotivación. Somos capaces de más, pero lento, que despacio tenemos más tiempo.



Todas las veces que te des de morros. Que bailes con alguien equivocado. Que la gravedad haga caer los recuerdos mientras descansas. Todas esas balas que entre risas valen más de dos veces lo que las que dentro se quedan. Las buenas conexiones entre tu lluvia y mi intento de alegría. Vivamos el día a día, que se nos da bien. Las llamas que las noches de veranos pasados ya no alumbren. 
Ni aunque quieras. Ni aunque quiera.

Estando tan cerca propongo dejarlo así. No alejemos las distancias. Trabajemos en línea recta, para evitar curvas, para salvar cunetas. Nada suena difícil si se piensa en no ver el fin. No pasa nada. Tus principios estables e inmóviles. Los míos comienzan cuando mires. 

Estemos para el otro. 
Que pocas cosas importan más que encontrarse, que tenernos como suerte. 
Alto y claro, a las tantas nos encontramos por fin. 

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