jueves, 31 de diciembre de 2015

Uvas y corbata.

Ya trazamos el nuevo camino con propósitos de buena fe, con expectativas a corto y medio plazo. No nos atragantemos con las uvas, que van primero. Es momento de olvidarse de que nuevos días empiezan y pararse a disfrutar un poco del espumoso. De ponerse las mejores galas y compartirlo con otros. Enfundarse el vestido o traje, y hasta que la noche aguante.

Nada más importante que tener bien claro que no hay prisa por trazar esos pasos. Más vale saber dónde darlos. Con quién ir acompañado.

Vosotros levantad las copas y apretad vuestras sonrisas, así será más sencillo regalar la bienvenida. Nuevo año, nueva vida dicen. Todo puede ser posible, pero sólo se diferencia en un número más. Tenedlo claro, valen la pena los que están.


Un año desde la primera cuenta atrás, cuarenta y nueve palos después sólo puedo sentir orgullo. Un gran año éste. Con sus 52 semanas como otro cualquiera, con sus 365 días dispuestos a hacernos crecer un poco más en todo, pero que tuvo las ganas de enseñarnos a valorar a cada persona que comparte nuestros días y deja la misión al que en pocas horas comienza, de seguir con la tarea. 

Y ya sabéis que soy mucho de manías, de supersticiones un poco peculiares, y de años buenos impares. Mañana par, mala espina. Pero no, porque se puede salvar. Comenzar con uno mismo en el mismo bando. Remar juntos hacia el impar. Conservaré lo que vale, lo que merece. A la cuneta lo que solamente cuelgue. Se queda en este quince. En la última uva.

Personas que prefieren buscar sus malos ratos, sus incompatibilidades hechas buenas formas. Malos sabores de boca por cosas que esperas. Los que te atraviesan mirando. Los que escriben desde la cama en líneas de buenas palabras pero, adiós muy buenas hasta fechas señaladas. Vale. Tengo calma, de nuevo, con un fuerte saludo repito: en la última uva.

Año de compensaciones, de ganar confianzas, de buenos resultados, de buenas metas alcanzadas y de sueños por hacer a largo plazo, pero en este empezados. Cuestión de buenos primeros pasos. 

Un bisiesto que comienza y tú y yo en ca(l)ma.

Feliz dosmildieciseis (sí, así, del tirón). Gracias por leer, gracias por haceros creer.

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