jueves, 10 de diciembre de 2015

Lo obvio.

Estrecha franja entre encontrar lo que buscas y seguir buscando lo ya encontrado. Volverse loco. Terminar respirando hondo. Las cenas a oscuras, ni velas ni rótulos de intención dudosa. Todo saldrá bien. Ponerse ciego sin importar las horas. Sin hacer grandes las dunas. Sin importar tus dudas.

Y a veces parece duro lo que por fuera reblandece. Ya cansa ver tantas definiciones hechas con pentagramas y sujetas con algodones. Por qué llamarlo prohibición cuando sólo está mal visto. Y qué si se ve diferente, si se ve opaco. Brilla por las noches. Cuando apagas las luces marca el camino. No te olvides de mi. Que nunca sea tarde. Confianza en que el futuro nos convierta en arte.


De pronto llueve con fuerza. Nos oculta la niebla y molesta el viento que se inmola a conciencia entre nosotros. Porque ya parece que no esperas. Que me falta el aliento y me pongo nervioso cuando reduzco. Pasemos de cero a cien. Veranos largos. Dormir en parques. Matar gigantes. Antes.

Llamadas a doble coste. Mi pausa y tus rodeos encriptados. Tu arma de doble filo. Cara A de dolor punzante al evitar sangrarme, cara B taparlo con esmalte, para que no duela, creo. Te vas, y no sé quien me coquetea al otro lado del cable. Jodida la corriente cuando se lleva nuestra suerte. 

Puede que escriba para ocultar,  no creo que sea ese verbo con el que debiese empezar este párrafo. Lo sabéis y lo sé. Me apago según se acerca la tormenta torrencial. Pido calma, que no haya tempestad. Demasiado tarde. Se me va una razón. Qué fácil fluye todo cuando se escribe por debajo del cielo. Va a costar llegar. Recemos.

Y no creo que cueste tanto mantener firme y junto a nosotros ese fino hilo invisible del que hablan los buenos escritos. Dos polos atrayéndose y rechazándose con tanta fuerza que asusta que alguien se quiera poner en medio. Nada de saltar a la comba con ese hilo, de tocar notas musicales con pena o sigilo, de atar cometas y esquivar satélites.

Te saltan planes y faltan segundos para esquivar los innecesarios. 
Vuelve.
Más sencillo que el encontrar momento para besarte.
Más sencillo que enredar hasta alcanzar el buen odio. 
Y sin embargo, descuidas lo obvio.

2 comentarios:

  1. ''Dos polos atrayéndose y rechazándose con tanta fuerza que asusta que alguien se quiera poner en medio.''
    No te equivocas, asusta. Y ojalá sólo asustase, ojalá no tuviera también la capacidad de doler.

    Me gustó. Por aquí me quedo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ojalá, pero quizás ahí resida parte de esa magia, a partes nociva, que tanto atrae cuando te dejas guiar.

      Gracias por el comentario. Espero seguir viéndote por aquí.

      Un saludo y muy feliz año.

      Eliminar