domingo, 22 de febrero de 2015

Un frío familiar.

Sigo tiritando. Sin grados bajo cero, sin cristales congelados ni coches llenos de nieve con la que los niños jueguen. No tiemblo por ello. Tiemblo por sentir el fuego. El fuego del caos que llega con calma pero de repente, sin avisar. Los fantasmas que traes sólo los puedes quitar tú. Cuida mi estabilidad, yo cuidaré lo demás. Te guardaré siempre, como aquella foto a color que se conserva como un tesoro en la cartera del que desea. 

Con palabras se crean mundos, contigo poesía. Si el miedo viene, invítale a jugar tú me decías. Hoy despierto contigo, con la alegría pegada a ti. Ese camino entre lunar y lunar por el que paseo de noche viéndote brillar en el cielo de mi mirada. La constelación junto a tu ombligo, como la octava maravilla. Las siete anteriores, a la altura de tu sonrisa. 

Ese sentimiento el nuestro de como si no hubiese existido un momento en el que no hubiese estado presente.

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