sábado, 24 de enero de 2015

Hasta aquí (supongo).

Tardo en reaccionar. No es cuestión de echarme la culpa, salí de este mundo nuestro más lento que tú. Como eso que decía la canción, sí. Soy experto en echar leña sobre hogueras apagadas. Pero no pasa nada, nadie tiene porqué explotar en forma de olla a presión, que parece que estas fechas incitan.

Somos conscientes de nuestra realidad. De nuestro deseo de ver pasar los días helados de invierno, de que empiece a florecer de golpe el verano, engañando a la primavera, que se nos hace larga. Para ir comiendo días a esas noches. Que las promesas se cumplen de año en año. Que magia nos sobra y parece que la regalamos por ahí sin mirar de reojo las reservas. Pero que lleguen a verano, para cargarnos de espera. Que lo bueno siempre vuelva.

Que los sueños sencillos se nos cumplan. Viajemos a cada foto de tu habitación. Seremos felices, porque cuando nos veamos no querremos rostros largos. Sólo taras y perdiciones en forma de abrazos.



Como malabaristas al borde del acantilado en medio de la calma que sólo proporcionan las tormentas de otoño. Guardando el equilibrio necesario para caer de pie, de la mano. Aquí me tienes cada domingo, al otro lado. Aquí me tienes, de cuando en cuando. Hasta verano.

No le demos el placer al universo de vernos apagados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario