sábado, 17 de enero de 2015

Suerte, bonita.

Forma parte de tu piel. Ahora lo sabes. Oyes a la gente hablar de ese mito. Historias de brujas y duendecillos más fáciles de encontrar que a ella. Suerte de ti, que la tienes. Suerte de ti que justo en ese sitio, en ese año, ese día, a esa hora, la viste sonreír. Lo tienes claro, ella, ella es para ti.

Respiras sus suspiros. Ahora lo entiendes. Algo te movía hacia él. Entendiste que era tu cuerpo, tus latidos movidos por su corazón. Andabas sin rumbo. Brújula estropeada la tuya, que ahora te guía hacia él. Sus ganas de beberte no caben en vuestra cama. Ocultas la mirada. Le agarras por las noches con un candado a tu almohada. Por si ella falla, dormir sobre él. 

Porque el calor en las palabras contigo duele. Porque con un beso contamos hasta diez, y sabe bien. Necesítame. Te responderé. 

Cuesta encajar las piezas del puzzle, pero tenemos matricula en encontrarle un final que encaje. Todo está cuadrado. Vivimos viéndonos crecer. Nos complementamos a tientas, unidos seguro estamos bien.

Se que tu sonrisa ahora decora tu precioso rostro. Que lo intentas evitar, pero son palabras que sientes para ti. Que te escribiría una a una entre lunar y lunar, para que ni durmiendo dejes de sentirlas tuyas. Que sean ellas las que te den los buenos días, te ayuden a vestir y te endulcen las ganas de verme. Yo me encargo del desayuno, de quitarte la ropa que ellas te han ayudado a poner. Suerte de mi vida entenderte con las luces apagadas. Suerte de la tuya soñarme cuando no esté. Te buscaré en enero para disfrutarte hasta marte. En minúsculas, sí. Lo nuestro se hace grande en cada instante, sabemos de nuestro arte. Que la palabra tarde se quede fuera, que cuando salga te siga encontrando. 

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